EL DECÁLOGO DEL SOCIÓLOGO (Hugo Arturo Cardoso Vargas)
Una específica óptica sociológica determina la figura
del sociólogo, de carácter carismático, imponente e
incitante, como notas atributivas y especiales.
INTRODUCCIÓN. El conocimiento que se tiene en torno a
la Sociología es tan escaso -no sólo entre los propios sociólogos;
sino entre los especialistas de las distintas Ciencias Sociales-
que se hace necesario el reforzar la información relativa
a la Ciencia de la Sociedad. De aquí se desprende el objetivo
de este texto: poner al alcance de sociólogos y no, la primera
tentativa de crear el decálogo del sociólogo.
El origen etimológico del término decálogo proviene del latín
decalogus proviene del griego dekálogos compuesto por déka,
diez y logos, discurso o palabra. En español aparece este
sustantivo desde el siglo XVIII, pero destaca sobre todo por
los célebres Diez Mandamientos de la Ley de Dios, que en el
mítico Monte Sinaí Jehová entregó a Moisés, para refrendar
su pacto con el pueblo elegido.
Pero en ese decálogo se establecen también el conjunto de
normas -ya no sólo morales- sino jurídicas que regirían las
relaciones sociales del pueblo judío -primero- y después para
todos los católicos.
Pero en ese decálogo se establecen también el conjunto de
normas -ya no sólo morales- sino jurídicas que regirían las
relaciones sociales del pueblo judío -primero- y después para
todos los católicos.
En este sentido se ha convertido el término decálogo en sinónimo
de reglas de observancia obligatoria con la cual se busca
crear un código de comportamiento dirigido a un determinado
grupo de personas que comparten un conjunto de conocimientos
e intereses profesionales y gremiales. Así en el caso de los
discípulos y practicantes de la Ciencia creada por Augusto
Comte, se ha elaborado un Decálogo del Sociólogo.
ANTECEDENTES. Como el desarrollo de la Sociología en
los distintos países latinoamericanos ha seguido un proceso
desigual, se tiene la necesidad de intercambiar experiencias.
Uno de estos foros, periódicos, lo constituyeron los Congresos
Latinoamericanos de Sociología.
En uno de ellos. el 1V Congreso realizado en Santiago de Chile
en 1957, don Alfredo Poviña, destacado docente y promotor
de la Sociología en Argentina, presentó el trabajo denominado:
"Decálogo del aprendiz del sociólogo" (1).
EL SOCIOLOGO. Poviña inicia por caracterizar al sociólogo.
Las "tres notas esenciales del sociólogo" son:
1.- El sociólogo aparece rodeado de un prestigio carismático.
2.- El nombre de sociólogo es imponente.
3.- El nombre del sociólogo es incitante.
Continua afirmando que: "una específica óptica sociológica
determina la figura del sociólogo, de carácter carismático,
imponente e incitante, como notas atributivas y especiales".
Llega a definir al sociólogo como "la persona que cumple cualesquiera
de esas tres funciones; y es tal, tanto el que hace sociología
-para nosotros el auténtico- como el que sabe Sociología y
el que enseña Sociología".
Es interesante no cerrar la noción de sociólogo al formado
profesionalmente en las Universidades; así que es un acierto
el reconocer que el sociólogo no sólo es resultado de los
estudios. Porque esto no implica, necesariamente, que se pueda
hacer Sociología; esto es que se realice investigación en
torno a lo que don Manuel Gamio llamó la realidad social.
Al profesional de la Sociología se le considera como "resultado
de un proceso de formación, pero que internamente nunca se
acaba". Este es el sociólogo "hecho". En este caso las actividades
profesionales son tanto la investigación sociológica como
la docencia relativa a la Sociología (ya sea general o especializada)
y desde luego no olvidar al experto, el especialista en la
teoría sociológica.
Pero por lo que toca al sociólogo "por hacerse", al aprendiz
de sociólogo que apenas inicia la marcha, para él se ofrece
"un báculo, obra de la experiencia, para marchar con pie más
firme y decidido" por el campo de la Sociedad.
EL DECALOGO. El Decálogo está "formado por un conjunto
de diez reglas o mandatos que son: o bien normas para la propia
formación del sociólogo o bien principios de la ciencia misma
o de su objeto de conocimiento que creemos pueden ser de mucha
utilidad y de provechosa aplicación".
Así que es necesario recordar y distinguir entre las normas
relativas a la formación del sociólogo; los aatributos específicos
de la la propia disciplina sociológica; o bien, las reglas
que permiten identificar y construir -de ser necesario- el
objeto de estudio de la Sociología.
Por lo anterior, se entiende la finalidad del Decálogo que
es para "decirle (al aprendiz de sociólogo) cómo tiene que
obrar para obtener mejores resultados, cómo puede trabajar,
sin dejarse vencer por las "fuerzas ocultas" que él mismo
provoca, y cómo puede lograr hacer, sin desaliento y sin pavor,
una labor sociológica duradera y fecunda".
Por lo anterior, parecería que el Decálogo podría ir "dirigido
al aprendiz de sociólogo, pero no exclusivamente. Puesto que,
el decálogo "puede ser útil a todos los que marchamos por
el mismo camino, cualquiera que sea su posición de avanzada;
porque además de lo recorrido, queda siempre mucho por recorrer".
Empecemos, pues, a describir cada una de estas máximas en
torno al ser y hacer del sociólogo.
1.- Nadie nace sociólogo.
Se hace. La primera regla viene a conformar una determinada
disposición; porque "sobre la base de una vocación, todo lo
demás se hace en Sociología, por obra del propio esfuerzo,
del estudio y de la investigación". Por ende, sí nadie nace
sociólogo, sólo queda hacer al sociólogo y la primer condición
es que exista la vocación.
La vocación, ese llamado interior puede ser la razón inicial,
después viene la intención de quererlo ser. Sería atractivo
acercarse a la propuesta de Carmona Nenclares respecto a los
"cinco motivos por la Sociología". Una vez tomada la decisión
por la Sociología; todo está por hacerse.
2.- Nada se sabe por anticipado.
Todo se aprende. Este principio es continuación del anterior
y su complemento necesario". El verdadero sociólogo sabrá
"evitar sistemáticamente todas las prenociones" así como "liberar
la intervención del sentimiento". Es decir, el sociólogo debe
despojarse de todo conocimiento ideológico y común para hacer
de la duda cartesiana, la base del método sociológico. Al
actuar así es previsible "se consiga llegar a conocer lo sociológico
de manera sistemática, objetiva e imparcial".
Para hablar del sociólogo que se hace, hay que mencionar que
es el producto -nunca finalizado- de un proceso en el que
confluyen los conocimientos tanto en el ámbito de la docencia
(en el doble momento: enseñanza-aprendizaje) como en la investigación.
Consecuencia de este saber es la interiorización de valores,
actitudes y aptitudes que hacen único al sociólogo.
Pero como el conocimiento es una actividad inagotable, "el
sociólogo es siempre y toda la vida un aprendiz".
3.- En sociología no se improvisa.
Se elabora. Una lamentable propensión humanan consiste en
opinar sobre las cuestiones sociales sin información ni preparación
adecuada; de ahí se desprende la imagen de los sociólogos
como "los saltimbanquis de la Sociología".
Existen sociólogos que se producen por generación espontánea,
por improvisación, por lo que generan, explican y justifican
esa imagen incorrecta. Al respecto puede recordarse la interesante
propuesta de Peter L. Berger en torno a las imágenes correctas
y erróneas del sociólogo en Estados Unidos.
Sólo queda "el principio de que el conocimiento sociológico
se adquiere, se elabora, se hace reflexivamente, mediante
el propio esfuerzo, por la acción de un trabajo adecuado,
serio, profundo, metódico, realista". Así pues, la Sociología
es el producto de una constante creación y recreación tanto
del que hace, como del que enseña como del que aprende los
elementos teórico-metodológicos y técnicas de la Sociología.
4.- Otros hacen sociología.
Sepa que han hecho. La Sociología como ciencia es producto
de la actividad humana; por ende, ni un grupo ni un sector
de especialistas pueden ni deben considerarlo su exclusivo
patrimonio.
Ciertamente, para la conformación de la Sociología fueron
muchos los que abordaron cuestiones sociales desde ópticas
distintas. Lo anterior supone que "siempre seremos herederos
de un patrimonio sociológico formado por nuestros sociólogos
antepasados, que es indispensable conocer".
La consecuencia es inevitable: "es indispensable conoce la
historia de la Sociología, en sus grandes períodos de formación,
nacimiento y crecimiento, en constante proceso de acrecentamiento
y fecundidad". En este caso no puede olvidarse la riquísima
historia del pensamiento presociológico en general de América
Latina como en México.
Pero no basta con un interés arqueológico sobre este saber,
es conveniente asumir una actitud más crítica y analítica
sobre ese conocimiento: "no podemos llegar a ser sociólogos
si no conocemos el aporte crítico, lo vivo y lo muerto, de
los precursores, el instante del nacimiento de los primeros
sistemas, y todos los esfuerzos doctrinarios y orgánicos que
se han cumplido en el siglo XIX y de lo que va en el XX".
Además lo que otros hacen no se resume a lo pasado, por eso
"hay que estar a tono de las investigaciones actuales, que
es imposible ignorar, y menos, por cierto, despreciar".
5.- El estudio de la Sociología nunca se acaba.
Siga adelante. Al aporte del pasado (los precursores, los
fundadores y los clásicos) y del presente (la investigación
y el diagnóstico) no podría excluirse el futuro (la predicción)
; es decir, no basta con saber la historia pasada o presente
de la Sociología. Esta, como toda actividad humana, implica
un proceso de acumulación; proceso que supone reconocer que
"nunca alcanzaremos a ser sociólogos. Siempre (seremos)aprendices
que llevamos prendido el impulso de marchar hacia adelante".
Justamente es que mientras más conocemos en el campo de la
Sociedad, más avanzamos en su mejor explicación. La arqueología
del saber se transforma en un motivador del conocimiento orientado
a la acción mediata o inmediata tanto en la Sociología como
en la sociedad.
La rúbrica es contundente: el saber sociológico nunca se acaba.
6.- Conozca la realidad social.
No la deforme. "Conocer la realidad tal cual es con justeza,
resulta el desideratum del sociólogo".
Esto significa que el investigador social debe interesarse
porque la realidad no se deforme "a través del lente de los
prejuicios, de las concepciones interesadas, de lo que debe
ser, de acuerdo a ideales más o menos justos, o de lo que
desearíamos que ella fuera, según nuestros gustos personales
o apetitos ideológicos".
Si fuera posible como intención y finalidad del sociólogo
realizar este proceso de objetivización, entonces sí "se hará
Sociología, sin caer ni en las especulaciones filosófico-morales,
ni en los compromisos prácticos de los "ismos" contemporáneos".
Dicho de otra manera, el conocimiento sociológico será un
conocimiento científico libre de valoraciones que busca describir,
explicar y diagnosticar procesos, funciones o hechos; dejando
a la moral, la ideología y la religión el papel de evaluar
o calificar estos procesos.
7.- Lo sociológico es complejo.
Busque dominarlo. "Lo sociológico no es una idea simple, ni
es un objeto sencillo"; quien así piense poco futuro tienen
como aprendiz de sociólogo. La razón es que lo sociológico
"es un complejo, un conjunto de elementos y de factores, de
distinta naturaleza, que se encuentran íntimamente enlazados
y coordinados en una unidad perfecta".
Esta concepción de lo social con toda su absoluta complejidad,
es un instrumento de gran valía para el aprendiz porque "la
tarea del sociólogo es dominar la complejidad de los sociológico,
mediante la división y conocimiento de sus partes. Conocer
su papel en función del todo y llegar a ver, en su conjunto,
la 'la totalidad estructural de lo social'".
Las herramientas que el sociólogo tiene para dominar esta
complejidad las constituyen tanto las teorías, como los métodos
y las técnicas de investigación social. Sin ellas no se puede
hablar ni estudiar lo social.
8.- La Sociología tiene un objeto definido.
Ni la confunda, ni lo altere. Esta norma es esencial. Porque
existe una evidente tendencia a confundir a la Sociología,
como cuerpo de conocimientos teórico-metodológicos, con otras
ciencias que estudian lo social. Así sea en el caso de disciplinas
sociales particulares, ya en áreas de conocimiento del espíritu
o de la normatividad. También puede ser con ramas del saber
o con ámbitos específicos.
Ante esto sólo queda "recomendar la necesidad imprescindible
de tener un criterio preciso e inequívoco, que nos permita
delimitar cuidadosamente la Sociología, para no confundirla,
y hacer de todos esos conocimientos afines, una amalgama irreconocible
e indenominable, con aspiraciones imperialistas".
La Sociología es Sociología, parece ser simple, pero las implicaciones
son muchas.
Por lo que respecta al objeto de estudio de la Sociología
es evidente que, pese a las discrepancias internas, existe
un acuerdo general que está "perfectamente definido". Aunque
no debe olvidarse que "es preciso marcar concientemente (sic)
sus límites, para no alterarlo"; porque, de lo contrario,
tampoco se puede asegurar que se esté en los dominios de la
Sociología.
En fin el aprendiz del sociólogo tiene como divisa de su práctica
una doble premisa: "ni todo lo que ocurre en la sociedad
es social, ni todo lo social es objeto de la Sociología".
9.- Primero transmita.
Después exponga. Recién investigue. "El noveno mandamiento
es la síntesis a la inversa, necesaria de incorporar expresamente,
referente a la triple función del sociólogo ya mencionada
(transmita, exponga e investigue), ordenada de modo lógico
e ideal". Esto significa que en "la vida práctica del aprendiz
de sociólogo, las cosas ocurren justamente al revés".
El proceso inicia como profesor de Sociología ya que es "el
período del aprendizaje y de conocimiento de la materia":
el descubrimiento. A la etapa de preparación le sigue el "exponer,
sistematizar y organizar lo enseñado y aprendido: la colonización".
Estas etapas de descubrimiento y preparación no pueden quedar
sólo en esta posición; por ende, al "último, el aprendiz de
sociólogo se convierte en investigador, que entrega a la ciencia
el fruto creador de su esfuerzo. No ha pasado en vano por
la Sociología. Le entrega una obra y ha cumplido su misión.
Es ya sociólogo".
10.- Trabaje en Sociología. Haga conocer su trabajo. Si lo
hace: que sea 'algo', que sea concreto, que sea claro.
"Hacen falta sociólogos" puesto que" lo sociológico es un
campo inmenso, todavía en gran parte, inexplorado, parcial
o deficientemente conocido". Ante esta riqueza tan amplia
del quehacer sociológico "no se concibe un sociólogo que no
haga nada. Su mejor y más poderoso estímulo viene de su propio
objeto, la realidad social misma, que le provoca, le ataca,
para que la conozca".
Si el objeto de estudio es cambiante, movible, hay que trabajar
por conocerlo; así pues, "una vez la obra -por modesta que
sea- tiene que exponerse, darse a conocer, someterla a juicio
técnico, a la discusión y a la crítica, sólo auténtica cuando
es sana y fundada". Es decir, debe darse a conocer el trabajo
realizado por el especialista en la sociedad para valorarlo
en su exacta dimensión. Ahora bien, tres son las condiciones
básicas en la elaboración y publicación de un texto, o de
un reporte de investigación; a saber:
l.- Que sea 'algo. Significa que "no se puede presentar
estudio alguno en Sociología que no diga nada, que no sea
nada, a tal punto que cuando llegamos al final de su lectura,
vemos, con pena, que hemos sido defraudados y no ha quedado
saldo favorable, sin saber cuál ha sido el aporte de ese trabajo.
Es hacer Sociología sin Sociología".
2.- Que sea concreto. Esto es que al sociólogo debe
"exigir que el tema sea concreto, que tenga un objeto definido,
que sea sustancial y finalmente que quede demostrado"; puesto
que, sólo así podrá combatirse el verbalismo: "hablar o escribir
mucho y no decir nada". Este último no es atributo ni cercano
de la Sociología.
3.- Que sea claro. "La Sociología no se compadece con
un lenguaje sibilino, ni frondosamente literario sin contenido,
ni con una obscuridad conceptual ininteligible e inalcanzable".
Por eso, "cuando se tiene algo qué decir, y ese algo es de
carácter concreto, se le dice claramente, con un lenguaje
sencillo y serio, con un tecnicismo adecuado, con una precisión
inequívoca, reflejo de la claridad del pensamiento".
Concluye Poviña reconociendo que el Decálogo del sociólogo
"son simples apuntaciones alrededor de la figura del sujeto
de la Sociología en cuanto investigación científica. con un
sentido indicativo y no excluyente de otras normas, que puedan
proponerse como más precisas y más apropiadas".
Antes de concluir esta disertación, vale la pena insistir
que este decálogo tiene un doble interés.
Por un lado, el rescatar este documento y ponerlo al alcance
de los especialistas. Así mismo, proporcionar una guía al
sociólogo, para orientar su acción y formación, con un deseo
más allá de la mera anécdota o la curiosidad intelectual.
1.- Poviña, Alfredo: Decálogo y programa del aprendiz de
sociólogo. México s.a. UNAM Instituto de Investigaciones
Sociales col. Cuadernos de Sociología. Biblioteca de Sociología.
2.- Berger, Peter L. Introducción a la sociología.
México 1996. Editorial Limusa Noriega, en especial el capítulo
dos.
Postcriptum.
Una vez concluido este texto sobre el decálogo del sociólogo,
se encontró otra propuesta de decálogo en un manual español
(Miguel, Amado de: Manual del perfecto sociólogo, pp. 5 y
ss.)
Con este manual, se parte de concebirlo "como este libro entero
es un centón de preceptos de todas clases, a quienes tal procedimiento
pueda resultar cansino, les ofrecemos el siguiente decálogo"
. (p 5)
Para lograrlo, dice el autor, "nos basamos, de nuevo, en el
principio psicológico de que no se pueden retener, al mismo
tiempo, más de diez prescripciones." Sobre todo, porque "Repetimos
la sospecha de que ese fue el genial descubrimiento de quien
redactó el famoso decálogo del Sinaí. (que también) era un
hermoso precedente de lo que, andando los siglos, iba a ser
el sistema métrico decimal."
Al respecto debe de recordarse que el decálogo: "no es tan
artificioso como parece. Pensemos solo en que son diez los
dedos de las mano. Así se organiza la contabilidad de los
números romanos, que por tanto carecen del cero."
Pero respecto al decálogo del sociólogo que se propone, dice
el autor, que "es un decálogo preliminar, sin el cual lo que
viene después no tiene asidero". Pero que al mismo tiempo,
" es tan general que sirve para preparar cualquier trabajo
de sociología o de otras disciplinas".
Cada una de las reglas que constituyen este decálogo de los
sociólogos, son las siguientes:
1.- "No hay que dar por sabido el texto que sigue. La intuición
(o imaginación creadora) es el principal recurso del investigador,
pero hay que conservarla para mejor ocasión. La intuición
es diosa caprichosa que gusta de sorprender al sociólogo trabajando".
2.- "Se deben aceptar todas las normas indicadas. No
son fijas ni inmutables, pero, para cambiarlas, hay que conocerlas
bien. Hay que experimentarlas antes para que el cambio signifique
mejora".
3.- "El principio fundamental del análisis sociológico, común
a todas sus fases, es el orden. Lo contrario del orden
es la improvisación, el azar, la confusión. El orden significa,
por ejemplo, que cualquier texto, por mínimo que sea, ha de
redactarse con un esquema previo. Este mismo principio se
aplica a todas las fases de la investigación".
4.- "La pieza clave de cualquier trabajo es el esquema.
Su ausencia sólo produce confusión, desorientación. En realidad
es una pieza invisible, porque no suele mostrarse, excepto
en su traducción como índice del trabajo consiguiente.
Pero el esquema es algo más que el índice. Consiste en ordenar
previamente lo que se desea conocer. No tiene por qué ser
un documento. Antes bien, su cualidad es la de ser un borrador
permanente, dinámico, plástico, que se va reformando conforme
avanza el trabajo. Húyase de los esquemas demasiado detallados,
de los retóricos, de los que no mantienen un orden. Un esquema
bien hecho nos permite disponer de los aprestos necesarios
para investigar."
5.- "Un principio esencial al análisis es el de economía.
Hay que lograr el máximo resultado con el mínimo esfuerzo.
Es una paradoja, pero cuanto más se preparan los esquemas,
las clasificaciones, los modelos de tablas y cuadros, menos
trabajo se exige. El principio de economía supone el menor
número posible de cuadros, de palabras, de páginas y de citas
para conseguir el resultado más valioso. Por ejemplo, un indicio
de que un trabajo de análisis está hecho por un sociólogo
bisoño ya que aporta un exceso de cuadros y citas. Este es
el pecado ,por ejemplo, de las tesis doctorales. Cuesta tanto
esfuerzo esa acumulación, que el investigador se resiste a
dejar de mostrar todos los materiales de su labor. Pero ese
es un rasgo de principiantes. El profesional avezado trabaja
con el argumento final, con el mínimo de materiales; naturalmente,
siempre de manera proporcional al objeto del trabajo".
6.- "El análisis de encuestas no es más que un modo
de realizar los principios del razonamiento científico. Estos
son los del sentido común para conseguir los datos y las relaciones
se presentan con la máxima coherencia. Insistimos aquí tanto
en ese método porque es el privativo de los sociólogos y porque,
desgraciadamente, se utiliza muy mal. Una encuesta sólo se
puede abarcar por un grupo organizado. Las reglas de esa organización
son comunes a cualquier otra actividad productiva. De ahí
que no tengan que ser necesariamente sociólogos los que dirijan
las actividades investigadoras, se por encuentra o por cualquier
otro método. Es más, cualquier persona, con una suficiente
base de formación general, puede hacer sociología".
7.- "El modo de razonar en la ciencia sociológica lo expone
cabalmente Emilio Durkheim en Las reglas del método sociológico
(1895). Es un librito de preceptos que antecede a la experiencia
de algunos estudios empíricos, principalmente la magistral
investigación sobre el suicidio (1897). Realmente las dos
obras pertenecen a un mismo esfuerzo investigador. Se puede
decir que es el que funda la sociología (...) Este decálogo
es la réplica actual de las reglas del equipo de Durkheim.
Hagamos nuestro el primer consejo: 'La primera regla y la
más fundamental es considerar los hechos sociales como
cosas' (Durkheim 65:31): Traducido el precepto a nuestro
tiempo, habría que decir que el sociólogo debe observar fríamente
lo que pasa, sin confundirlo con sus deseos o sus simpatías.
La verdad es que se trata de una recomendación tan fácil de
enunciar como difícil de cumplir. Son innúmeras las experiencias
del trabajo sociológico en las que aparecen errores. Después
de detectados , uno se percata de que se habían cometido porques
se superponían al vector de las voliciones del investigador.
Es decir, no eran propiamente 'cosas', sino manifestaciones
ideológicas".
8.- "La más burda conculcación del principio anterior es creer
que las encuestas ( y los 'encuesteros' o 'inquisidores')
acaban sustituyendo a la opinión pública misma. Los comentaristas
pueden llegar a interpretar que si el partido A sobrepasa
'solo' en 10 puntos porcentuales de intención de voto al partido
B, esto es un desastre para el primero. La razón es que lo
comentaristas piensan que el margen 'debería' ser mayor. En
el fondo late aquí un difuso sentimiento de que los políticos
deberían hacer más caso a los comentaristas. Ante esa frustración
del gremio periodístico o sociológico, es lógico que se dispare
una actitud resentida hacia los políticos. Esta confusa situación
se aliviaría si se distinguiera la opinión pública como una
'cosa' (en el sentido aludido) de los resultados de las encuestas
y de sus interpretaciones".
9.- Un gran bioquímico, Eduardo Primo Yufera, expone las cualidades
del investigador científico. Aparte de las derivadas del conocimiento
de su campo, señala estas dos que parecen adjetivas y que
hacemos nuestras. A) 'capacidad para dudar e inquirir' y b)
'capacidad para redactar un informe' (Primo Yufera 81:23).
Estas dos cualidades se pueden enseñar. Son las que intentamos
transmitir en estas páginas. Constituyen una síntesis de lo
que exponen los científicos propiamente tales.
10.- La claridad es la cortesía del sociólogo, si se
nos permite parafrasear el famoso dicho de Ortega y Gasset.
Quiere esto decir que huelgan todas las reglas de investigación
sí, al final, el analista no sabe exponer claramente sus conclusiones.
La regla es aquí que, cuando los resultados del análisis no
se manifiestan con claridad, las ideas son confusas. Lo inefable
no es de este mundo. Si no se sabe expresar un razonamiento,
es que está fuera de razón".
Miguel, Amado de: Manual del perfecto sociólogo. Madrid
España 1997 Editorial Espasa Calpe
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