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TEORÍAS
DE LA RELIGIÓN.
Los enfoques sociológicos de la religión están aún fuertemente
influidos por las ideas de tres clásicos de la teoría sociológica:
Marx, Durkheim y Weber. Todos pensaban que la religión, en un
sentido fundamental, es una ilusión, imposible de separar de
una serie de condicionantes naturales y sociales. Así, un individuo
nacido en una sociedad australiana de cazadores-recolectores
tendrá, obviamente, creencias religiosas distintas a las de
uno nacido en el sistema de castas hindú o en la Iglesia católica
de la Europa medieval.
Marx y la religión: a pesar de su influencia,
nunca estudió la religión con detalle. Sus ideas se derivan
de los escritos de diversos autores de comienzos del XIX, como
Ludwig FEUERBACH (La esencia del cristianismo). Según este autor,
la religión consiste en ideas y valores producidos por los seres
humanos en el curso de un desarrollo cultural, pero erróneamente
proyectados en fuerzas divinas o dioses. Como los seres humanos
no entienden por completo su propia historia, tienden a atribuir
a la acción de los dioses valores y normas creados socialmente.
Así, la historia de los diez mandamientos es una versión mítica
de los orígenes de preceptos morales que gobiernan la vida de
los creyentes judíos y cristianos.
Mientras el hombre no entienda la naturaleza de los símbolos
religiosos que él mismo ha creado, sostiene Feuerbach, estará
condenado a ser prisionero de fuerzas históricas que no puede
controlar. Él utiliza el término alienación para referirse al
establecimiento de dioses o fuerzas divinas en tanto que distintas
de los seres humanos. Una vez que el hombre comprenda que los
valores proyectados en la religión son realmente sus propios
valores, éstos serán susceptibles de realización en esta tierra
y no se diferirán a un más allá. Los cristianos creen que, aunque
Dios es todopoderoso y lleno de amor, los propios seres humanos
son imperfectos. Sin embargo, el potencial de amor y bondad,
y el poder de controlar nuestras propias vidas, creía Feuerbach,
están presentes en las instituciones sociales humanas y pueden
hacerse fructificar una vez que comprendamos su verdadera naturaleza.
Marx acepta la concepción de que la religión representa la autoalienación
humana. Muchas veces se cree que Marx despreciaba la religión,
pero esto está lejos de la verdad. La religión, escribe, es
"el corazón de un mundo sin corazón", un refugio frente a la
dureza de la realidad cotidiana. Su opinión es que la religión
desaparecerá -y debe desaparecer- en su forma tradicional, porque
los valores positivos encarnados en la misma pueden convertirse
en ideales directrices para mejorar la suerte de la humanidad
en esta tierra, no porque los ideales y valores en sí mismos
sean erróneos.
Marx declaró que la religión había sido el "opio del pueblo",
porque difiere la felicidad del hombre a una vida en el más
allá, enseñando la aceptación resignada de las condiciones existentes
en esta vida. Así, la atención se desvía desde las desigualdades
e injusticias a la promesa de lo que está por venir. La religión
tienen un fuerte componente ideológico: las creencias y valores
religiosos a menudo proporcionan justificaciones de las desigualdades
de riqueza y poder. P.e., la enseñanza de que "los mansos heredarán
la tierra" sugiere actitudes de humildad y no resistencia a
la opresión.
Durkheim y el ritual religioso: Durkheim se concentró
particularmente en la religión en sociedades pequeñas, tradicionales
(Las formas elementales de la vida religiosa). No conecta primariamente
la religión con las desigualdades sociales o con el poder, sino
con la naturaleza global de las instituciones de una sociedad.
Basó su obra en un estudio del totemismo tal como es practicado
por las sociedades aborígenes australianas, y sostuvo que el
totemismo representa la religión en su forma más "elemental"
o simple.
Un tótem era originalmente un animal o planta al que un grupo
otorgaba u un significado simbólico particular. Es un objeto
sagrado. Durkheim define la religión en términos de una distinción
entre lo sagrado y lo profano. Los objetos y símbolos sagrados,
sostiene, se tratan como separados de los aspectos rutinarios
de la existencia, el ámbito de lo profano.
¿Por qué es sagrado el tótem? Porque simboliza al propio grupo
o comunidad; representa sus valores esenciales. La reverencia
hacia el tótem se deriva en realidad del respeto por los valores
sociales esenciales. En religión, el objeto de adoración es
en realidad la propia sociedad.
Durkheim enfatiza con energía el hecho de que la religión nunca
es una simple cuestión de creencia. Todas implican actividades
ceremoniales y rituales regulares, en las que se reúnen un grupo
de creyentes. En los ceremoniales colectivos se afirma y realza
el sentido de la solidaridad del grupo.
La ceremonia y el ritual, según Durkheim, son esenciales para
vincular a los miembros de los grupos. Ésta es la razón de que
no sólo se encuentre en situaciones regulares de culto, sino
también en las diversas crisis vitales que suponen transiciones
sociales fundamentales, como, p.e., el nacimiento, el matrimonio
y la muerte. Los ceremoniales colectivos reafirman la solidaridad
del grupo en un momento en el que las personas se ven forzadas
a ajustarse a los cambios principales de su vida. Los rituales
funerarios demuestran que los valores del grupo sobreviven a
la desaparición de determinados individuos.
Con el desarrollo de las sociedades modernas, cree Durkheim,
la influencia de la religión se va desvaneciendo. El pensamiento
científico sustituye progresivamente a la explicación religiosa,
y las actividades ceremoniales y rituales llegan a ocupar sólo
una pequeña parte de la vida de los individuos. Durkheim está
de acuerdo con Marx en que la religión tradicional está al borde
de la desaparición. "Los viejos dioses -dice- están muertos".
Sin embargo, afirma que hay un sentido en el que es probable
que continúe la religión de forma modificada, a través de nuevos
rituales que reafirman sus valores. Durkheim es vago acerca
de cuáles puedan ser, pero parece que tenía en mente la celebración
de valores humanísticos y políticos totales como la libertad,
la igualdad y la cooperación social.
Podría sostenerse que la mayoría de los países industrializados
han fomentado efectivamente las religiones civiles (con símbolos
como las banderas, canciones e himnos, y rituales como coronaciones,
etc.).
Weber y las religiones mundiales: Durkheim
basa sus argumentos en un número muy reducido de ejemplos. Weber
prestó más atención a lo que él denominaba las religiones mundiales,
o sea, aquellas que han atraído gran número de creyentes y que
han afectado de forma decisiva el curso de la historia global:
budismo, hinduismo, taoísmo, judaísmo, cristianismo.
Los escritos de Weber difieren de los de Durkheim en que se
concentran en el nexo entre la religión y el cambio social.
Y contrastan con Marx en que Weber sostiene que la religión
no es necesariamente una fuerza conservadora; por el contrario,
los movimientos de inspiración religiosa han producido transformaciones
sociales dramáticas en numerosas ocasiones. Así, el protestantismo
-en particular el puritanismo- fue la fuente de la concepción
religiosa que se encuentra en el Occidente moderno. Los primeros
empresarios fueron en su mayoría calvinistas. Su tendencia al
éxito, que contribuyó a iniciar el desarrollo económico occidental,
originalmente les fue infundida por el deseo de servir a Dios.
El éxito material era para ellos un signo del favor divino.
Analizando las religiones orientales, Weber concluyó que constituyen
barreras insuperables al desarrollo del capitalismo industrial
tal como se dio en Occidente. Esto no sucede porque las civilizaciones
no occidentales estén retrasadas, sino porque han aceptado valores
distintos a los que llegaron a predominar en Europa.
P.e., el hinduismo es lo que Weber denomina una religión extramundana.
Es decir, sus valores más elevados enfatizan la huida de los
trabajos del mundo material hacia un plano superior de existencia
espiritual. El confucionismo también actuó desviando el esfuerzo
del desarrollo económico tal como éste vino a entenderse en
Occidente, enfatizando la armonía con el mundo en vez de promover
su dominación activa.
Weber considera el cristianismo como una religión de salvación,
que implica la creencia de que los seres humanos pueden ser
"salvados" si adoptan las creencias de la religión. Las nociones
de pecado y de ser rescatado del pecado por la gracia de Dios
son importantes a este respecto. Generan una tensión y un dinamismo
emocional esencialmente ausentes de las religiones orientales.
Las religiones de salvación tienen un aspecto "revolucionario".
Mientras que las de Oriente cultivan en el creyente una actitud
de pasividad hacia el orden existente, el cristianismo implica
una lucha constante contra el pecado y, por tanto, puede estimular
la rebeldía contra el orden establecido.
Como valoración general, cabe decir que los tres autores señalan
importantes características generales de la religión, y que
sus ideas se complementan.
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