LA
CULTURA DEL DINERO EN NUESTRA CULTURA (Fco. Javier Lozano)
La cultura del dinero, como todas las culturas, es un producto
del ser humano y como tal es una creación subjetiva y sometible
a reflexión. Hoy la creación cultural del dinero tiene un
propósito fundamental y es mantener a la sociedad controlada
y cohesionada a la vez que muchas personas y entidades obtienen
grandes beneficios por ello.
El elemento material a través del cual se crea esta cultura
del dinero es el propio dinero, un valor que permite el intercambio
de productos. Este intercambio es inmenso ya que, en un mercado
tan desarrollado como el actual, el tipo de productos que
se pueden adquirir mediante el consumo es profundamente variado.
Se pueden consumir desde productos básicos como los alimentos
hasta las sensaciones que se pueden obtener en un parque de
atracciones temático. El concepto consumir siempre ha estado
cargado de connotaciones negativas y en realidad solamente
hace alusión al proceso de adquirir cierto producto mediante
dinero, sin hacer ninguna valoración ética o moral de ese
acto. Este tipo de connotaciones se disipan cuando se hace
referencia a otros tipos de consumo como el consumo de salud
al comprar medicamentos.
Hoy casi todo servicio y producto se adquiere mediante dinero
menos aquellos servicios gratuitos que provienen del voluntariado
o de las acciones benéficas, que en ningún caso son el motor
de la economía. Pero lo importante del dinero no es el dinero
mismo sino su cultura. Pero, ¿qué es la cultura?. Podríamos
definir la cultura como un conjunto de rasgos espirituales,
materiales e intelectuales que caracterizan a una sociedad
y a su sistema de valores. Según esta definición tan genérica
lo ideal seria hacer un análisis de la cultura del dinero
en cada momento y lugar, pero eso escapa a la pretensión de
este breve ensayo y además resultaría imposible. Es correcto,
por lo tanto, un análisis valorativo de la cultura del dinero
desde una posición que abarque a la generalidad.
Es obvio que nuestra cultura del dinero es una continua herencia
de la cultura del dinero norteamericana, la cual está marcada
por motivaciones externas y es además resultado del capitalismo
económico y del libre mercado. Este capitalismo se basa en
la oferta persuasiva de productos que no solamente satisfacen
un deseo interno sino que además tienen una dirección hacia
el exterior, es una cultura del dinero dirigida hacia la calle.
Un sencillo ejemplo aclarará mejor este punto. Por decirlo
de alguna manera en nuestra cultura del dinero se prefiere
adquirir un coche que sea lujoso por fuera a un coche que
sea lujoso por dentro, se prefiere tener un móvil de tamaño
miniatura aunque uno de tamaño mayor cumpla nuestras exigencias.
Nuestra actividad económica está dirigida hacia el exterior
y de esa manera indicamos la clase social a la que pertenecemos
o a la que creemos pertenecer. Es cierto que hay otros elementos
de clasificación social como lo pueden ser la cultura o los
conocimientos pero hoy el elemento primario de clasificación
más importante es el económico. Por esto, entre otras cosas,
se entiende que la población sea presa de las modas, del agresivo
marketing y de los escaparates comerciales, porque de esa
manera no pierde el criterio social que debe seguir para demostrar
su poder o simplemente sentir seguridad. Además mediante la
cultura del dinero se consigue sentir cierta identidad o cierto
rol al desarrollar preferencias, como por ejemplo elegir el
restaurante en el que se quiere comer o el lugar al que se
prefiere ir de vacaciones.
Uno de los efectos secundarios de la cultura del dinero del
presente es la ansiedad. Una ansiedad por conseguir más cantidad
de dinero para adquirir más productos sin tener un motivo
real para ello. Los creadores de esta conducta son las empresas
y grandes multinacionales cuyo propósito es crear e incentivar
un gran consumo para aumentar sus beneficios.
En la actualidad las nuevas tecnologías, como por ejemplo
las telecomunicaciones, son la apuesta clave y el mayor motor
económico mundial. Sabiendo esto veamos como actúan las empresas
de telefonía móvil para generar consumo. Hagamos un ejercicio
de reflexión con un ejemplo sencillo: ¿cuando no existía el
teléfono móvil se hablaba el mismo tiempo que ahora?. En la
respuesta podemos apreciar como existe una creación de necesidades
ficticias por parte de las grandes empresas. Antes no había
necesidad de usar el teléfono móvil nada más que en situaciones
muy especiales y solamente lo utilizaba una minoría. Sin embargo,
las empresas que controlan la telefonía móvil han generado
una nueva necesidad entre las personas, una necesidad que
antes no existía, la de hablar frecuentemente por el móvil.
Esto ha llegado a ser tan claro que incluso se han vendido
-en Italia por ejemplo- teléfonos móviles de plástico. La
gente los compraba para usarlos en la calle y así parecía
que utilizaban uno real, esto es otro ejemplo de conducta
orientada hacia el exterior.
El mayor peligro que entraña nuestra actual cultura del dinero
es que el espacio individual para nuestros gustos propios
y nuestra forma crítica de ver la realidad sea suplantada
por los intereses del capitalismo. El consumo genera muchos
beneficios e intereses como para que su cultura no esté fuertemente
controlada y nuestro sentido crítico quede minimizado. Otro
sencillo ejemplo aclarará este punto. Si una persona tiene
un gusto propio, por ejemplo, consumir un alimento de determinado
sabor -fresa- y pasado un tiempo las empresas de este alimento
hacen una gran publicidad de un sabor diferente al que tenía
esa persona -menta-, esa persona tendrá un criterio propio
y podrá elegir entre su gusto personal -fresa- y el gusto
implantado -menta-. Hasta aquí no aparece ningún problema,
el problema surge cuando la presión sea tan grande que esa
persona no consiga distinguir cuál es su gusto personal y
cuál es el gusto impuesto. Es decir, el individuo como tal
quedaría anulado y sus gustos e intereses responderían únicamente
a las intenciones económicas del capitalismo.
Frente a este problema la única solución es la visión crítica
y la reflexión sobre nuestras acciones en la economía. Hacer
un ejercicio de reflexión frente a la cultura del dinero,
conocer quien la domina y bajo que motivaciones, conocer nuestra
forma de consumir y ser críticos ante ella nos hará capaces
de sustraernos de la cultura del dinero impuesta y podremos
hacer la nuestra propia. Cada cual conforme a sus intereses
creará la más adecuada para sí mismo. Así se toma dirección
hacia el propósito más alto que es la libertad. No existe
un ser libre si éste no tiene capacidad de elección y no hay
capacidad de elección si no conocemos las reglas del juego
económico moderno. Analicemos la realidad, comprendámosla
y actuemos en ella moviendo nuestra pieza como si de una partida
de ajedrez se tratase. El dinero existe por necesidad práctica,
es un invento artificial para que el mundo moderno y supuestamente
avanzado se sostenga. Por último, recordemos que lo importante
es saber utilizar el dinero, o mejor dicho, saber evitar que
el dinero nos utilice a nosotros.
Fco. Javier Lozano
Estudiante de sociología por la Universidad Complutense de
Madrid
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