DESARROLLO LATINOAMERICANO Y TEORÍA DE
SISTEMAS(1). (Jorge Gibert Galassi).
Empíricamente, "Desarrollo" es la tipificación de un estado
denominado "Sociedad de consumo de masas". Toda "Teoría del
desarrollo" es, o debería ser, la explicación de este hecho
sociológico del siglo XX.
Entrando a la argumentación, planteo como primer postulado
que el objeto de la teoría es el desarrollo y no el subdesarrollo.
En efecto, podemos decir: A Þ B, siendo A los "Factores que
acarrean, o concurren hacia, el desarrollo" y B el "Desarrollo"
en sí. Mediante la operación lógica del modus tollens, podemos
afirmar que si A Þ B, entonces, ante la negación de B (~B),
la conclusión es la negación de A (~A). Si ~B es "Subdesarrollo",
¿ qué sabemos, entonces, del fenómeno del subdesarrollo ?
A lo menos, que su existencia se debería en primera instancia
a la inexistencia de los "Factores que acarrean el desarrollo",
~A. Por el contrario, ¿ podemos afirmar algo ?. La respuesta
es negativa, puesto que el dominio barrido por la negación
es mayor que el de la afirmación. Como ~A es cualquier cosa
que no sea A, entonces la explicación del subdesarrollo resulta,
lógicamente, indeterminada.
Esta indeterminación la exhibe gran parte de la literatura
sobre el desarrollo/subdesarrollo y, es lo que propondremos,
se explica por el hecho de que las ciencias sociales no han
elaborado sino "semánticas" sobre el fenómeno, cuando de lo
que debería tratarse es de elaborar TEORÍAS.
Centraré lo que sigue en el tipo de análísis teórico (más
adelante, semántica) que más ha cautivado y mayor influencia
ha ejercido en la comunidad intelectual latinoamericana.
Sintéticamente, la formulación es que el desarrollo de los
países centrales es explicado por el subdesarrollo de los
países periféricos, o al revés, que el subdesarrollo de nuestros
países se explica por el desarrollo de otros países a nuestras
expensas. Es la tesis de la expoliación. En términos metodológicos,
el enfoque es histórico-estructural, donde la expoliación
es un proceso histórico que cristaliza en una estructura relacional
asimétrica entre dos sistemas, uno central y otro periférico,
mediante el mecanismo del intercambio desigual. La teoría
de la Escuela Latinoamericana sobre el Desarrollo postuló
que aquello se correspondía con un "modelo o estilo" que denominó
"Desarrollo hacia afuera" y propuso en su reemplazo, como
programa político, la tesis del "Desarrollo hacia adentro".
La tesis de la expoliación la evalúo retrodictivamente: es
de interés en la reconstrucción empírica y sistemática de
la sintomatología de esta relación asimétrica. Sin embargo,
dos razones preliminares me permiten dudar de su validez y
pertinencia.
En primer lugar, como sistema de reglas que prescriben el
curso de la acción práctica óptima o heurística política.
Mi afirmación es que la estructura descubierta por esta teoría
posee un sustrato real, pero que, sin embargo, no indica cuáles
son los elementos invariantes que sí explican el desarrollo,
por lo cual pretender intervenir la estructura sustrayéndose
del problema de los elementos era (y es) una ilusión.
En segundo lugar, si deducimos "para desarrollarnos, explotemos
a alguién", concluimos que no es posible dada la universalización
de la democracia y de los derechos laborales, que impiden
en el mundo contemporáneo llevar a cabo un programa como éste.
Finalmente, hoy en día, la tesis triunfal es "desarrollo hacia
afuera desde dentro", que adolece de los mismos inconvenientes
teóricos que su predecesora, los cuales analizo a continuación.
La perspectiva que sustento es el ataque desde dentro a esta
teoría. Para ello, enunciaré cuatro tesis heurísticas de similar
status (ninguna tesis es central o jerárquicamente superior
a la otra).
Primera tesis: La teoría no ha considerado las invariantes
del desarrollo y, en este sentido, siempre a esquivado el
problema de la creación de tecnologías (y su consecuencia:
la creación de industrias emergentes), la posesión de capital
y la disponibilidad de recursos humanos calificados; todos
ellos factores históricamente determinantes del desarrollo.
Desde ese punto de vista, la teoría erró la selección de su
objeto. El subdesarrollo fue explicado por la presencia de
factores contingentes y, obviamente, ello no ha permitido
explicar el éxito de países periféricos, hoy desarrollados.
Estas invariantes históricamente se "organizaron" de diversas
maneras. Lo importante es constatar que la teoría no incorporó
prima facie estos elementos. Dicho más claramente, el problema
no es que hemos sido expoliados, sino que hemos sido incapaces
de contrarrestar los términos desiguales de intercambio, debido
a la ausencia de estas invariantes.
Segunda tesis: Derivado de lo anterior, la teoría trivializó
la explicación del subdesarrollo enunciando como causa a la
"economía exportadora dependiente", modalidad que expresaba
su posición en la relación de asimetría antes enunciada; y
no probabilizó como causa la "ausencia" de determinados elementos
en la organización de dicha modalidad. En primer lugar, la
organización de elementos no pertinentes sólo podía generar
descripciones de lo existente como contingencia y, en consecuencia,
se reemplazó la necesidad por la casualidad.
Además, en segundo lugar, dicha descripción siguió siendo
unilateral, tanto por su objeto (lo económico) como por su
método (histórico-estructural). Al posicionar la discusión
en el tipo de estructura dialógica (términos de intercambio
centro-periferia), no quedan muchas alternativas. Si el sino
de la historia es consagrar lo periférico de nuestra posición,
queda el fatalismo (incremento del deterioro de los términos
de intercambio): es la constante histórica. Si optamos por
el optimismo, nos queda la ilusión de que se revierta la posición
en virtud de alguna contingencia. Pero, no es plausible atribuir
causalidad exclusiva y lineal al factor precio: ello no explica
el desarrollo. Ambos sistemas, central y periférico, fueron
conceptualizados de modo simple y unilateral.
Tercera tesis: El programa político de la teoría del
desarrollo centró (y centra) la responsabilidad del desarrollo
en el sistema político y, más específicamente, en el Estado.
Pero, el desarrollo no se induce unilateralmente. Más supongamos
que aquello fuera posible. Aún así, no seríamos capaces de
programar la coordinación de la complejidad de la sociedad
en su conjunto. El desarrollo es atingente a más de un sistema
de la sociedad global y no sólo al desenvolvimiento del económico
o del político.
Cuarta tesis: El problema de esta teoría es que se
completó siempre tarde, porque toma tiempo la cristalización
de las estructuras y su posterior visualización como tales.
La teoría se construyó siempre retrodictivamente.
Ello explica que, lo que se codificó como oportunidad histórica,
el "desarrollo desde dentro", impidió captar que, por lo mismo,
ya había dejado de ser una oportunidad. La imitación de fórmulas,
ayer eficaces, no son garantía de su plausibilidad actual,
por lo que la política de desarrollo "a destiempo" lo único
que genera es la confirmación de la dialógica de la estructura
asimétrica: de algún modo, las teorías son circulares y se
confirman a sí mismas. Dicho de otro modo, el "destiempo"
es reproducción de tal asimetría estructural.
Ahora bien, lo que sigue es una reflexión que tiene por objetivo
delinear una propuesta, o en términos técnicos, aventurar
hipótesis heurísticas que se permuten por las anteriores hipótesis
para dar plausibilidad a un re-enfoque del tema.
II
Mi hipótesis inicial es la siguiente: El "desarrollo" es la
semántica de las sociedades periféricas cuya evolución implica
procesos de modernización acelerada de sus organizaciones
e instituciones. Dichos procesos son inducidos por el Estado,
una vez que ha tematizado la relación de distanciamiento progresivo
entre la situación socioeconómica de los países centrales
y la de los países periféricos a los que pertenece ese Estado.
El desarrollo se convierte en "tema" y su almacenamiento para
fines comunicativos lo transforma en semántica. La semántica
del desarrollo es un logro del sistema político, y al perfeccionamiento
de dicha semántica concurren los teóricos de las disciplinas
sociales en América Latina.
Dar respuesta a las preguntas sobre la relación entre cultura
(o más específicamente: semántica) y estructuras de sistema
en la evolución de nuestros países, excede los propósitos
de este trabajo. Sólo me referiré al problema de cómo la teoría
podría re-enfocar el fenómeno del desarrollo socioeconómico,
como atributo de la evolución social.
Pienso que los estudios sobre el desarrollo (subdesarrollo)
latinoamericano son un producto político y no científico.
Una semántica particular cuyo objetivo fue (es) atender un
logro de diferenciación en la formación de sentido del sistema
político, a saber, su refundación como agente del desarrollo
económico de una sociedad "periférica".
La preconcepción de las élites que elaboraron la teoría estuvo
informada de dos ideas: a) que la teoría del desarrollo era
expresión de la concepción del centro dinámico sobre los problemas
económicos del mundo (eurocentrismo), con un interés muy marginal
y episódico hacia los países latinoamericanos; y, como consecuencia,
b) que era imprescindible generar una escuela que analizara
la realidad del desarrollo desde la misma realidad latinoamericana.
La mayoría de sus cultores sospechó que esta teoría eurocéntrica
ocultaba los mecanismos "secretos" que efectivamente explicaban
la relación entre países centrales y periféricos.
El objeto de la teoría quedo delimitado, entonces, como el
subdesarrollo latinoamericano, que era explicado por una posición
periférica en el contexto del sistema mundo capitalista, desde
una perspectiva económica enlazada con la política, sociedad
y cultura regionales. Desde el punto de vista de las presuposiciones
epistemológicas de la teoría, podemos calificar la interpretación
como la de un sistema de dos subconjuntos relacionados entre
sí. Lo novedoso es que el desarrollo ya no se concibe como
mero crecimiento económico sino como desarrollo económico-social,
y, a pesar que en la economía neoclásica, el Estado siempre
fue un elemento a considerar, en la versión latinoamericana
de la teoría, es una nota inequívoca del concepto mismo de
desarrollo.
La esperanza del Programa Político Desarrollista se centró
en la incorporación teórica del Estado, como motor del crecimiento
económico y, además, algo que a veces se olvida, como gestor
de la modernización de la sociedad: el responsable del paso
de una sociedad tradicional oligárquica a una sociedad democrática
- política, económica y social - de masas. La "comprensión"
de la teoría sobre la capacidad de autodeterminación de los
Estados Nacionales, sin duda animó a pensar que desde la oscuridad
de la tradición y el poder oligárquico, el Estado podría cambiar
la sociedad.
Los componentes de la epistemología a la base de la teoría
son el realismo y la ilusión. En términos técnicos, las metáforas
se sucedieron una a otra: "desarrollo hacia afuera", "desarrollo
hacia adentro" y, hoy en día, "desarrollo hacia afuera desde
adentro". Sin embargo, como insistiré, la teoría confundió
un explanans - la ley del intercambio desigual - con el explanandum
o la explicación del desarrollo y, en consecuencia, no encaró
el problema desde el código de la reflexión científica. A
lo más, realizó sugerentes y muy rigurosas descripciones,
de las cuáles rápidamente desprendía recetas de programación
social: reglas de distinción que hacían posible enlazar la
comunicación con la acción.
III
Lo que me propongo es realizar un ejercicio de cómo podríamos
pensar, no literaria o políticamente, sino que desde la sociología,
el problema del desarrollo. Pero antes deberé introducir el
concepto de evolución. En efecto, las sociedades evolucionan,
las organizaciones se modernizan y la cultura de los países
periféricos semantiza estos procesos como "desarrollo".
Prefiero hablar de "evolución social" en vez de "desarrollo
socio-económico". Las sociedades "evolucionan" sistémicamente,
esto es, seleccionando las variaciones que dependen de su
entorno mediante la estabilización de la diferencia sistema/entorno.
Además, la evolución sólo es posible debido a las diferencias
evolutivas entre variación, selección y estabilización (Luhmann,
1991). La globalización ha radicalizado la interdependencia
entre países y naciones, y en consecuencia, ha permitido un
mayor grado de casualidad y espontaneidad de la variación,
lo que implica que cada sociedad que evoluciona no se coordina
con el resto de las sociedades, aunque siempre está adaptada
a éstas. Las sociedades seleccionan acontecimientos que no
se pueden prever ni producir localmente, vinculándose a las
redes globales. Pero sólo algunos acontecimientos que atribuye
al entorno son seleccionados, aquellos que el sistema es capaz
de procesar mediante una reacción tal que ésta sea compatible
con la continuación de su propia autopoiesis. El resultado
de la evolución es mayor complejidad, habitualmente bajo la
forma de una mayor diferenciación intersistemas al interior
de la sociedad. Las sociedades evolucionan coevolucionando
con otras sociedades, irritándose unas respecto de otras,
a través de acoplamientos de estructuras de expectativas (el
Plan Marshall o la Alianza para el Progreso son ejemplos históricos
notables de tal acople). Los procesos de modernización, en
esta perspectiva, serían efectos de tal acople.
Hemos llegado a un punto que exige redefinir lo que entendemos
por "Desarrollo". Efectivamente, hemos utilizado el concepto
como "semántica" y como "tipificación empírica". Sin embargo,
se corresponden 1:1. Es decir, la semántica se modifica cada
vez que acontecen transformaciones significativas de la tipificación
empírica (y quizás viceversa).
Pero la tipificación es una expresión casual y contingente,
incluso relativa (aunque jamás arbitraria) a los avatares
de las teorías. Lo real y concreto es, sostengo, lo que sigue:
esta tipificación está asociada al problema de la "coevolución
de los sistemas económico, educativo y científico", puesto
que la evolución de las sociedades centrales que exhiben "todos
o casi todos" los indicadores del desarrollo (según la semántica
desarrollista) así lo demuestra. En lo que sigue, sólo para
los fines de mi exposición, conceptualizaré esta coevolución
de modo sinóptico y hablaré, más bien, del cómo una teoría
podría relacionar o acoplar estos sistemas, que llamaré "sistemas
pro-desarrollo".
Partamos, pues, de los elementos invariantes de la coevolución
anteriormente aludida. Para que la teoría ayude a constituir
la base de un determinado sistema de reglas que prescriba
el curso de la acción práctica óptima, dicha teoría debe incluir
radiografías del status de los elementos invariantes de todo
proceso de modernización históricamente situado; a saber,
los sistemas pro-desarrollo cuyas operaciones recursivas están
asociadas a la creación de nuevas tecnologías, nuevas industrias,
posesión de capital y disponibilidad de recursos humanos.
La teoría del desarrollo, entonces, predicaría rendimientos
de las funciones de las entidades anteriormente mencionadas,
pero consideradas sistémicamente, y sobre las relaciones entre
éstas y su entorno, sincrónicamente (en tanto teoría de la
función) y diacrónicamente (en tanto teoría de la evolución
de la estructura). La teoría del desarrollo, por su parte,
explicaría el subdesarrollo por la ausencia de un status de
rendimiento mínimo para cada una de las entidades en términos
funcionales. Lo que nos sitúa en el problema de las variables
predicativas, o las funciones que cumplen las entidades. Dicha
conexión no es trivial, sino muy por el contrario presupone
un modelo de organización.
Las funciones deben su existencia a un contexto de causación,
así nuevas tecnologías son producto de las operaciones recursivas
del sistema ciencia y, por tanto, funcionales a la sobrevivencia
de la ciencia como tal; las nuevas industrias generadas por
las nuevas tecnologías son funcionales al sistema productivo,
cuyo dinamismo genera capital y es por tanto funcional al
sistema económico; y, finalmente, los recursos humanos, provenientes
del sistema educativo, son funcionales en tanto recursos para
la mantención de todos los sistemas anteriormente mencionados.
Llamaremos a éstos tres sistemas (Educación, Ciencia y Economía),
"Sistemas Pro-Desarrollo".
Sin embargo, cada uno de éstos se relaciona con las dinámicas
de los otros sistemas sociales. Así, el sistema económico
no podría operar sin vincularse al sistema jurídico a través
del contrato; el sistema ciencia recicla para la investigación
los recursos creativos del sistema educativo; los sistemas
industriales se viabilizan si el sistema político genera señales
de interés o si los gobiernos abren mercados mediante tratados
comerciales bilaterales o multilaterales; etcétera. Se afirma
que es la función relacional y el rendimiento funcional de
cada subsistema, el que genera estructuras dadas.
La organización social para el desarrollo es, pues, la modalidad
que adopta una sociedad para funcionalizar el rendimiento
de los sistemas aludidos de acuerdo a esquemas complementarios
con el resto de los sistemas sociales y su entorno. Es decir,
no basta con que los "sistemas pro-desarrollo" operen selectivamente
de acuerdo a su autorreferencia. Se trata, más bien, de que
ese rendimiento no perturbe el rendimiento de otros sistemas,
sino que se complemente el rendimiento de unos con otros,
funcionalizándose.
El modelo de organización, desde el punto de vista de la teoría,
supone vincularse, a lo menos, a dos teorías específicas:
a) La teoría de la diferenciación funcional de los sistemas
pro-desarrollo, entre sí y con el resto de los sistemas sociales
y su entorno; cuyo objetivo sería explicar porqué en sociedades
subdesarrolladas no es plausible o más bien es improbable
la diferenciación funcional de los sistemas pro-desarrollo;
así como de la improbabilidad de una relación sinérgica con
los otros sistemas sociales y su entorno. Desde esa perspectiva,
es una teoría del presente inmediato.
b) La teoría de la evolución de las estructuras sociales "en
desarrollo", o la historia de los logros evolutivos de la
diferenciación funcional. La evolución es aquí concebida como
el tratamiento de la diferencia entre variación y selección,
y desde esa óptica, los logros evolutivos que cristalizarían
en estructuras sociales serían las oportunidades que los sistemas
pro-desarrollo tomarían para sí, selectivamente, a partir
de las variaciones azarosas del resto de los sistemas. En
otras palabras, la oferta de productos de los otros sistemas,
de carácter contingente, podrían ser aprovechadas por los
sistemas pro-desarrollo para sus propios fines o ser desaprovechadas.
La aptitud de los sistemas pro-desarrollo se verificaría si
la selección es rentable desde su propio rendimiento.
Los supuestos a la base de una propuesta de organización de
la teoría del desarrollo deberían expresar el grado de complejidad
de la sociedad bajo estudio. Desde ese punto de vista, no
es posible pensar el desarrollo autoexcluido de la sociedad
y, en consecuencia, no es posible formular una teoría del
desarrollo absteniéndonos de utilizar las últimas formulaciones
de la teoría de la sociedad. Luego, el primer postulado es:
toda "Teoría del desarrollo" (global o parcial) se desprende
de una teoría de la sociedad.
Por otra parte, la creciente interdependencia regional y entre
sociedades, obliga a una lectura de la diferencia local/global
compleja. La imagen pueril de una relación asimétrica entre
dos sistemas, uno central y el otro periférico, debe ser reemplazada.
Ello nos lleva al segundo postulado: No es posible pensar
el subdesarrollo desde una única diferencia, porque la interdependencia
de latinoamérica con el resto del globo es entre múltiples
diferencias. Cuando la teoría tradicional habla de "centro"
habría que preguntarse ¿ centro de qué ?.
El tercer postulado es el sistémico. Esto es, cada diferencia
es la diferencia entre un sistema y su entorno que hace el
sistema y, por lo tanto, una teoría del desarrollo debería
dar cuenta del status de diferenciación funcional de los sistemas
pro-desarrollo y sus entornos. Al sustituir el esquema causal
por uno sistémico, resolvemos la incapacidad de la teoría
tradicional para dar cuenta de las relaciones entre los sistemas
parciales (económico o político como centro).
En ese sentido, también, la coevolución entre sistema y entorno
implica que un sistema pro-desarrollo es entorno imprescindible
de otro (como en el caso de la ciencia y la economía) y que
el riesgo es el auscultamiento de alternativas sistémicas
mediante el tratamiento de excedentes de complejidad en el
entorno de dichos sistemas.
Pero el análisis relacional sólo es fructífero a partir de
la consideración de los rendimientos internos de los sistemas
pro-desarrollo, lo cual nos obliga a formular el cuarto postulado,
de autorreferencia. Cada sistema pro-desarrollo se caracteriza
por un conjunto de operaciones identitarias específicas así
como por un tratamiento de la temporalidad subyacente. Esto
que se discutió como un problema de desfase en la semántica
desarrollista tradicional, en la nueva propuesta es axioma
y no problema. No hay coordinación posible de los tiempos
sistémicos ni de sus productos sino puntualmente, mediante
selectividad. Es posible aprovechar las oportunidades, pero
aún así, no siempre éstas serán aprovechadas. Un sistema pro-desarrollo
podrá brindar oportunidades a otro en la medida que genere
excedentes relevantes y no excedentes mínimos.
Sin embargo, ¿ cabría pensar en algún agente perturbador o
irritador, que plausibilizara rendimientos en los sistemas
pro-desarrollo ? Aquí, nuestro punto de partida es que los
sistemas sociales son sistemas de comunicación. Por lo cual,
comunican (hacia adentro y hacia afuera) su esquema de observación
que distingue el sistema del entorno. Sucede que todo sistema
autodemarca sus límites mediante alguna distinción, que identifica
y excluye o incluye elementos (comunicaciones). Al mismo tiempo,
la distinción genera un esquema de observación sistémico del
entorno. Los sistemas reglamentan dichos esquemas observacionales
y de acuerdo a ésta, sancionan organizacionalmente, es decir,
toman decisiones, respecto de las comunicaciones, como atingentes
o contingentes.
La recursividad que implica la operación (decisiones sobre
las decisiones de las decisiones, etc.) amerita una decisión
operatoria basal en el sentido de actualizar la distinción
que distingue a una organización de otra: Mediante esa operación
basal, procesan las perturbaciones e irritaciones del entorno,
sistémicamente. Antes de continuar, quisiera distinguir perturbación
de irritación.
Entiendo por perturbación un evento comunicacional proveniente
del entorno que asume una fisonomía tipificada por el sistema.
Este es un evento que temporalmente ha sido rutinizado por
el sistema de tal suerte que ha generado un repertorio de
procesamiento ad-hoc de dicha perturbación. De algún modo,
el sistema se ha tomado el tiempo de reflexionar sobre el
evento y está "preparado" para su procesamiento (también típico).
Por irritación entiendo un evento que adopta la fisonomía
de lo inesperado o atípico y que, en consecuencia, toma "por
sorpresa" al sistema. Ello implica que el sistema toma tiempo
en su procesamiento, cuando no lo descarta simplemente como
irrelevante.
Mi opinión es que las organizaciones económicas y políticas
podrían jugar un rol en este asunto. Las organizaciones del
sistema económico, a través del mercado, puede sugerir enclaves
de asignación de recursos y de hecho lo hace: cuando una industria,
como la informática, rinde, la inversión aumenta. Por otro
lado, el sistema político, a través del Estado, regula mediante
legislación y fiscalización diversas actividades, inhibiéndolas
o promoviéndolas. Es más, muchos cambios son de alta velocidad,
como una fijación de política cambiaria del Banco Central.
Educación, ciencia e industria pueden ser intervenidos de
modo notable por el mercado y el Estado. En especial, este
último podría ser concebido como fiscalizador de la diferencia
en un sentido múltiple, lo cual permitiría diagnosticar, a
su vez, su grado de diferenciación. Además, gran parte del
sistema educativo y científico (universidad) pertenece al
Estado, lo cual le brinda mayor capacidad de intervención.
Del mismo modo, el mercado podría asignar recursos a organizaciones
de rendimiento.
En suma, la crítica desde dentro a la teoría del desarrollo
latinoamericano nos lleva a plantear que su fracaso, en tanto
base de reglas que prescriben cursos de acción para alcanzar
el desarrollo, son producto de: a) Su opción por un modelo
sistémico simple; b) su obsesión por el método histórico-estructural,
que genera conocimiento inútil para la acción; c) su creencia
en el Estado, como centro de la sociedad e inductor de la
modernización de ésta; y, d) principalmente, su exclusión
sistemática de las denominadas "invariantes del desarrollo",
como sus elementos explicativos centrales.
Mientras que nuestra propuesta analítica sería la exploración
de las siguientes opciones:
a) sobre elementos invariantes del desarrollo, donde la hipótesis
es que éstos son la tecnología, la industria, el capital y
los recursos humanos.
b) sobre asignación de funciones o predicaciones de los elementos
a un sistema social, que como tal, podríamos definir como
"Sistema pro-desarrollo", con su autorreferencia o identidad
funcional.
c) sobre una arquitectura sistémica que pueda teorizar sobre
la diferenciación funcional de los sistemas pro-desarrollo
y su evolución estructural, en conexión con la complejidad
de los sistemas sociales restantes y sus entornos.
El que las sociedades periféricas no hayan logrado diferenciar
el discurso literario-político del científico, es un síntoma
de la transición incompleta de éstas desde sistemas estratificados
hacia sistemas diferenciados. El sistema político mantiene
una centralidad tal que los sistemas pro-desarrollo se encuentran
en una situación de subordinación e inhibición respecto de
su propio rendimiento. En lo que nos atañe, tal situación
es nefasta para las ciencias sociales en particular. Ellas
se subordinaron a la política y, con diferencias de grado,
todas las versiones del fenómeno adscribieron al esquema centro-periferia,
para fundamentar la semántica del sistema político.
Finalmente, podemos afirmar que un conjunto cada vez mayor
de sociedades "periféricas" han extendido el consumo a prácticamente
todos los estratos sociales. Sin embargo, estas sociedades
distan de autodenominarse sociedades desarrolladas. La razón
es que la tipificación empírica del desarrollo varía a través
del tiempo. ¿ Cuándo podemos saber si una sociedad alcanzó
el desarrollo si éste es semántica sobre la brecha creciente
entre centro y periferia ? La respuesta es simple: no es posible
saberlo, puesto que toda respuesta es función del grado de
distanciamiento de acuerdo a ciertos parámetros. Podemos decir
que hoy la brecha es mayor o menor, de acuerdo a índices o
a la comparación histórica, pero "jamás" podremos decir que
hemos llegado al estadio "desarrollado". Si fuera posible
decirlo, la semántica desarrollista perdería su razón de ser
y el sistema político, en particular el Estado, debería reinvertarse
otra semántica y relacionar con ésta otras funciones.
Bibliografía utilizada:
Amin, S.: Le développement inégal, Ed. de Minuit, Paris, 1973.
Cardoso, F.H.: Notas sobre el estado actual de los estudios
sobre dependencia, en Revista Latinoamericana de Ciencias
Sociales, Nº 4, 1972.
Frank, A.G.: The development of the underdevelopment, en Monthly
Review, Nº 18, 1966.
Luhmann, N.: Sistemas sociales, Alianza editorial, México,
1991.
Sunkel, O. y Paz, P.: El subdesarrollo latinoamericano y la
teoría del desarrollo, Siglo XXI, 1976.
(1) El origen de la presente ponencia fue mi presentación
al III Congreso Chileno de Antropología, Temuco-Chile, 1998.
La versión actual ha sido publicada en Revista de Ciencias
Humanas, Año 2, N° 2, 1999 (ISSN 0717-4977) y en el volumen
Estilos de Desarrollo en América Latina (ISBN 956-236-124-1),
Caro, A. y otros (editores). Ediciones de la Universidad de
La Frontera, 1999.
(2) Dr. © en filosofía y sociólogo, U. de Chile. Académico
Universidad de La Frontera.
Jorge Gibert Galassi (2)
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