COMENTARIO
DE LAS REGLAS DEL MÉTODO SOCIOLÓGICO, DE EMILE DURKHEIM (Armando
Cuenca Pina).
Emile Durkheim (1858-1917), de origen judío, fue profesor
de filosofía, campo desde el que accedió al estudio de lo
social, contribuyendo notablemente a la consolidación de la
sociología como disciplina independiente. Recoge las aportaciones
de sus antecesores, ya sea para apoyarlas o para refutarlas,
siguiendo la línea positivista iniciada por Comte.
En Las reglas del método sociológico pone en práctica
la tarea que considera que debe ser la principal de todos
los teóricos de la sociedad de su época si quieren avanzar
en su conocimiento de los fenómenos sociales: dotar a sus
estudios de un método científico propio. Esto permitirá a
la sociología constituirse como una ciencia autónoma, de manera
análoga a lo sucedido en el campo de las ciencias naturales,
establecidas en siglos precedentes.
Su labor va a ser, con respecto a la sociología, muy parecida,
como él mismo dice, a la realizada por Descartes con respecto
a las ciencias naturales: eliminar los prejuicios morales,
religiosos o psicológicos, de tal modo que los elementos de
estudio- la sociedad y sus componentes- puedan ser analizados
y entendidos como cosas, como objetos independientes de instancias
psicológicas o divinas. Para ello habrá de enfrentarse a la
tendencia de los sociólogos de su época a implicarse en el
objeto de estudio por cuestiones morales, políticas, etc.,
y a asumir nociones precientíficas, comunes sin un análisis
crítico. Valora muy positivamente las aportaciones de Comte
y Spencer en contra de esta extendida actitud, pero considera
que ni siquiera sus teorías lograron evitar ese tipo de injerencias
por parte de otros campos, como la filosofía o la historia.
La función que otorga Durkheim a la ciencia social es esencialmente
conservadora: en medio de las convulsiones sociales de su
tiempo, la ciencia social debía dedicarse a comprender la
sociedad buscando lo permanente en medio del cambio, es decir,
relaciones causales y fenómenos regulares, para así establecer
leyes que permitieran predecir los procesos de cambio y fortalecer
los vínculos sociales (instituciones y creencias).
En el texto se explica, precisamente, la piedra angular de
su método sociológico, la clave para que éste consiga los
objetivos que Durkheim marca: tratar los fenómenos sociales
como objetos.
"Consideramos los hechos sociales como cosas, pero como
cosas sociales. El tercer rasgo característico de nuestro
método es el de ser exclusivamente sociológico. Con frecuencia
ha parecido que estos fenómenos, a causa de su gran complejidad,
o bien eran refractarios a la ciencia, o bien no podían entrar
en ella más que reducidos a sus condiciones elementales, sean
físicas, sean orgánicas, es decir, despojados de su naturaleza
propia. Nos hemos dedicado, por el contrario, a establecer
que era posible tratarlos científicamente sin quitarles nada
de sus caracteres específicos. Incluso nos hemos negado a
identificar esta inmaterialidad sui generis que los caracteriza
con la ya compleja de los fenómenos psicológicos; con mayor
razón nos hemos prohibido subsumirla, como la escuela italiana,
en las propiedades generales de la materia organizada. Hemos
hecho ver que un hecho social sólo se puede explicar por otro
hecho social y al mismo tiempo hemos mostrado cómo es posible
este tipo de explicación, señalando el medio social interno
como el motor principal de la evolución colectiva. Por lo
tanto, la sociología no es aneja de ninguna otra ciencia;
es ella en sí misma una ciencia distinta y autónoma; el sentimiento
de los que tiene de especial la realidad social es incluso
tan necesario al sociólogo que sólo una cultura especialmente
sociológica puede preparar para la comprensión de los hechos
sociales. "
En el texto se aprecia el motivo de la importancia que otorga
Durkheim a la definición del hecho social: que existe un paralelismo
entre la institución de la sociología como una ciencia y la
consideración del hecho social como una cosa, entre método
y objeto.
De este modo, lo primero que encontramos en el texto es la
alusión a la autonomía tanto de los hechos sociales como de
la propia sociología.
La independencia del hecho social hay que entenderla en dos
sentidos: con respecto al observador y con respecto a otro
tipo de fenómenos. A esto es a lo que alude Durkheim cuando
dice que "[...]estos fenómenos, a causa de su gran complejidad,
o bien eran refractarios a la ciencia, o bien no podían entrar
en ella más que reducidos a sus condiciones elementales [...]".
Lo primero, la posibilidad de separar a la sociedad del científico
que la estudia, es una reivindicación de Durkheim en contra,
por un lado, del moralismo que considera indigno considerar
las sociedades, formadas por relaciones humanas, como un objeto
semejante a los objetos naturales; y, por otro, de la estrecha
vinculación de las escuelas sociológicas con intereses de
clase, expresados por medio de partidos políticos. Ambas cosas
impedían, según Durkheim, el avance de la sociología, que
se perdía en meras especulaciones. Esto era debido a que,
dadas ambas tendencias, la observación empírica era casi inexistente
o, en caso de existir, se realizaba como colofón, como demostración
de una teoría preconcebida y nunca como base para desarrollarla.
Por todo ello, Durkheim va a empeñarse en demostrar que sí
puede hacerse ciencia sobre la sociedad: del mismo modo que,
en siglos pasados, muchos se habían resistido a cosificar
y cuantificar los fenómenos naturales por considerarlos imbuidos
de una esencia propia o bien por su condición de obra divina,
ahora muchos se resistirán a tratar los productos de la acción
humana como entes diferenciados totalmente de este. El único
motivo de esta resistencia son los prejuicios, e igual que
hizo falta en su momento una determinada cultura científica
que eliminara las barreras y permitiera dar luz a nuevos descubrimientos,
ahora hace falta una cultura sociológica. Y los que deben
encomendarse a esa tarea son los sociólogos, quienes, fijándose
en la parte observable y cuantificable de los fenómenos sociales-
pues en ningún momento niega la complejidad y profundidad
especiales de estos fenómenos, sino tan sólo la posibilidad
de acceder a ellas directamente- poco a poco establecerán
características externas, relaciones, leyes... que servirán
de abono para los descubrimientos verdaderamente relevantes,
tal y como ha ocurrido con el resto de las ciencias.
La segunda de las observaciones de Durkheim va dirigida contra
otra de las tendencias que también hace peligrar la constitución
de la sociología como ciencia autónoma: la de estudiar los
fenómenos sociales desde el paradigma de otras ciencias, entendiendo
que el hecho social no es sino una manifestación más compleja
de otro tipo de hechos (psicológicos o físicos, sobre todo).
Este es el caso de Comte y sus epígonos, que analizaban los
hechos sociales desde el marco conceptual de la física, dando
forma a lo que denominaban la "física social". Y también hacen
lo mismo quienes pretenden que los hechos sociales son simplemente
proyecciones externas de fenómenos psicológicos, y las sociedades
yuxtaposición de individuos singulares. Es sobre todo contra
el psicologicismo en sociología contra lo que batalla Durkheim
al caracterizar el hecho social. Por un lado, la inmaterialidad
que caracteriza tanto a ciertos fenómenos sociales (como creencias,
corrientes de opinión...) como a los fenómenos psicológicos
no es suficiente para establecerlos dentro de un mismo tipo
de fenómenos, ya que los hechos sociales poseen, además, otras
características incompatibles con la interioridad e individualidad
de lo psicológico: no son un producto de una entidad psicológica
individual, de una mente, ya que no pueden ser modificados
a voluntad por ella; son coercitivos, ya que ejercen una presión
social (que puede convertirse, finalmente, en una presión
psicológica) sobre el individuo, existen castigos inherentes
a su cumplimiento, sean regulados conforme a derecho o no.
Así, los fenómenos sociales no son hechos psicológicos generalizados
sino que, muy al contrario, son generales precisamente por
su condición de hechos sociales. Además son producto de y
afectan a una colectividad, un grupo social, lo que supone
un impedimento más para identificarlos con los hechos psicológicos,
individuales.
Todo esta reflexión acerca de la naturaleza del hecho social
permite a Durkheim afirmar la necesidad inequívoca de una
ciencia nueva y autónoma que estudie los fenómenos sociales
con todas sus características, para lo que es preciso elaborar
un método científico específico para ella. Este método debe
basarse principalmente en la observación empírica del carácter
externo de los hechos sociales, de su manifestación externa
y visible, para, posteriormente, elaborar enunciados científicos
que expresen de forma concisa los datos recopilados. Durkheim
aspira fundamentalmente a la elaboración de leyes que expresen
las regularidades y las relaciones causales halladas en los
hechos sociales, para así poder predecir los cambios y controlar
su evolución.
Pese a que la aportación de Durkheim fue inestimable en lo
que se refiere al despegue de la sociología, habría que decir
que, quizá precisamente por ese clima de moralismo y psicologicismo
con el que él se enfrentaba, confía excesivamente en los éxitos
del método científico y también en la posibilidad de trasplantarlo
al estudio de las sociedades. Era preciso, efectivamente,
eliminar los prejuicios que existían con respecto al tratamiento
de lo social como objeto de estudio, pero de ahí a pretender
la objetividad del sociólogo como exigencia para la práctica
de la sociología hay un salto que me parece no sólo injustificado,
sino simplemente imposible. Cuando albergamos dudas, incluso,
de que los procedimientos de las ciencias llamadas "duras"
nos permitan un conocimiento objetivo y no interesado de la
realidad física, no podemos sino dudar aún más cuando el objeto
de estudio y los resultados de las investigaciones implican
a toda una sociedad y a los grupos sociales que la integran,
que son, al mismo tiempo, los que forman el entramado de relaciones
que permite el ejercicio mismo de la investigación sociológica.
Es decir, dado que el sociólogo no realiza su labor al modo
de un anacoreta que reflexiona interiormente, sino que, muy
al contrario, necesita de un complejo sistema de relaciones
institucionales (y no institucionales) en el que se apoya
y parte de un sistema valorativo previo, es inevitable que
sus aportaciones estén comprometidas en mayor o menor medida
con una determinada visión de la sociedad que se dispone a
estudiar. Además, sin entrar a fondo en la controversia, resulta
obvio que la dependencia de las ciencias sociales con respecto
a las instituciones académicas limita y orienta en gran medida
sus aportaciones.
Armando Cuenca Pina
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