|
DEMOCRACIA
INDUSTRIAL Y MODELOS DE RELACIONES INDUSTRIALES (Montserrat Martínez).
1. Introducción a los conceptos principales.
El estudio de las relaciones industriales consiste en el análisis
de todos los aspectos de las relaciones de empleo, y de él se constata
que existen múltiples diferencias entre naciones. Al aproximarse
a los factores que generan esta diversidad se construyen marcos
explicativos sobre las misma entorno a las dimensiones de las estrategias
de los actores, el conflicto industrial, la democracia industrial
y la distribución de recompensas económicas. Esta presentación pretende
centrarse en la dimensión de la democracia industrial, a nivel teórico,
pero para ello es preciso establecer previamente los conceptos de
análisis de las diferencias entre naciones.
En las relaciones industriales se distinguen fundamentalmente dos
esferas de análisis: la de producción como proceso real de trabajo,
en la que se sitúa el conflicto entre planificación del trabajo
y libertad en el mismo proceso, y la esfera de distribución en la
que prima en el conflicto la idea de imparcialidad relativa. En
ambos procesos cabe distinguir y tres actores: patronos y empresarios,
trabajo y Estado, y tres mecanismos de canalización del conflicto:
resolución individual (a través de la libertad de contrato y ausencia
de restricciones al mercado de trabajo), determinación unilateral
(por parte de uno de los actores) y modo de regulación plural (
lo que supone una articulación de las diferencias entre los actores
a través de sus organizaciones y contemplando la corresponsabilidad).
La perspectiva teórica comparativa supone establecer el impacto
de algunas condiciones del entorno claves para analizar la diversidad
de relaciones industriales, bajo el supuesto de que la acción social
se da en una estructura y procesos sociales globales, y con un tiempo
histórico longitudinal pero a la vez determinado o contemporáneo
(transversal). De esta manera las relaciones industriales están
determinadas por la elección estratégica de los actores los cuales
configuran un marco institucional en el operan. Se entiende por
estrategia el diseño de acción que supone cierta racionalidad tanto
instrumental como con arreglo a valores.
De esta manera aceptamos que el rasgo universal de la relaciones
industriales es la existencia de intereses divergentes y comunes
entre los actores, que buscan una resolución a sus conflictos tanto
en la esfera de la producción como en la de la distribución. Sin
embargo existen cuatro factores fundamentales que dan lugar a la
heterogeneidad observable de relaciones industriales: la cultura
e ideologías, las condiciones político económicas, las instituciones
de relaciones industriales y la distribución de poder. El análisis
de dichos factores es necesariamente previo a la comprensión de
las dimensiones que operan en las relaciones industriales, siendo
una de ellas la democracia industrial. Seguidamente se exponen con
detenimiento los componentes de los factores de heterogeneidad,
con un interés agregado. La idea generalmente aceptada de que en
Europa Occidental el marco común recientemente construido de relaciones
político-económicas, supone la tendencia a largo plazo de homogeneización
de las relaciones industriales y laborales, se ve contundentemente
cuestionada por estos mismos factores ya que "después de todo, dar
por supuesto que sociedades con diferentes economías políticas y
que se encuentran en distintas etapas de desarrollo están convergiendo
cada vez más en sus estructuras y procesos de relaciones industriales
excede los límites de lo verosímil" (POOLE, 1993, p.33), es más,
la ampliación de las formas socioculturales parece indicar un aumento
de la heterogeneidad.
2. Los Factores de la diversidad nacional.
Poole discrimina y jerarquiza tres niveles de condiciones que actúan
como heterogeneizadores de las relaciones industriales: las condiciones
del entorno, las intermedias y las próximas.
2.1 Condiciones del Entorno.
Estas condiciones pueden ser subdivididas en dos dimensiones: las
implicaciones políticas y subjetivas y las fuerzas estructurales.
La primera debe entenderse a nivel macro e intrínsecamente vinculada
con las elecciones estratégicas de los actores. Dentro de las fuerzas
subjetivas encontramos conceptos tan complejos como el de cultura
e ideología. El primero se entiende aquí como el conjunto de logros
humanos tanto creativos como de valores que se transmiten a través
de símbolos gracias a la acción, y que a su vez condicionan la acción.
Los valores culturales de los actores se expresan en códigos morales,
en el diferente compromiso hacia el voluntarismo o rigorismo, el
regionalismo, los valores religiosos y en el grado en que la integración
y la acomodación social son metas para ellos. En cuanto a las ideologías,
estas suponen una determinada concepción del mundo por parte de
un grupo que a partir de ella construye un plan de acción. Dichas
ideas dan significado a la acción y se manifiestan en el capitalismo
de libre empresa, el corporativismo, el pluralismo liberal y la
democracia social, el socialismo democrático, socialismo, comunismo
y sindicalismo centralizado, y anarquismo y socialismo gremial.
Dentro de las implicaciones políticas cabe destacar las políticas
económicas y las público legales. Las primeras son diferentes en
los países con una organización política socialista en función de
si se entiende el mercado como un complemento o como una alternativa
al direccionismo económico del Estado. En cambio en las sociedades
capitalistas se combinan políticas fiscales, monetarias y de rentas.
La combinación de políticas fiscales y monetarias tienen el objetivo
de alterar los niveles de empleo. Su aumento durante las décadas
posteriores a los años 40 influyó en el aumento del peso del sindicalismo,
pero su recesión a partir de los 80 ha influido en un aumento del
autoritarismo por parte del empresariado y un descenso en la afiliación
sindical. Por otro lado las políticas públicas se pueden orientar
hacia la legislación común, comercial, laboral o hacia la política
económica y social en términos más generales.
Dentro de las condiciones del entorno dividíamos también las de
carácter estructural como condicionantes de la acción pero no como
determinantes de la misma, ya en su construcción hay un alto grado
de intencionalidad y por tanto la posibilidad de modificación. Dentro
de estas estructuras cabe destacar las sociales como fundamento
de las desigualdades de estatus, clase y distribución de poder.
En su análisis dos perspectivas clásicas las interpretan diferentemente;
por un lado Weber las hace efecto derivado de la estratificación
social,; por otro Marx y su reinterpretación durante los años 70
y 80, hace énfasis en la distribución desigual de riqueza y renta.
Autores contemporáneos como Giddens incluyen factores como la cualificación
del trabajo o la propiedad de los medios de producción. Por otro
lado las condiciones económicas se refieren a la ligazón entre sistema
político y económico. Los autores Gregory y Stuart (POOLE, 1993,p.47.)
destacan cuatro dimensiones para caracterizar los diferentes sistemas
económicos. Estas son: la estructura de toma de decisiones, los
mecanismo de información y coordinación, los derechos de propiedad
y los incentivos materiales y morales.
Sin embargo lo que más influye en las relaciones industriales de
las sociedades occidentales son las tasas de paro e inflación, como
ya hemos indicado anteriormente al hablar de las políticas fiscales
y monetarias. En cuanto a las estructuras políticas se ven altamente
determinadas por las ideologías que las dominan, pero de nuevo Poole
nos propone una tipología recogida de Blondel para una comprensión
más accesible. Para Blondel existen tres variables claves: la participación
en la toma de decisiones, los medios para llevarlas a cabo, y los
fines políticos generales. Estas variables se intervalan en dos
dimensiones: el grado de participación de los ciudadanos (oligarquía-populismo)
y el grado en que el voluntarismo se tolera o fomenta (liberal-democrático-oligárquico-totalitario).
A partir de la combinación de dichas variables e intervalos, Wilensky
interpreta cuatro sistemas políticos fundamentales: liberal-democrático,
autoritario-populista, autoritario-oligárquico y totalitario. Cada
tipo de sistema determina la posibilidad de que en las relaciones
industriales intervengan organizaciones de los actores del trabajo
y el capital o se integren en el propio sistema estatal. Hay que
hacer especial mención al pluralismo ya que difiere del resto de
formas políticas por la fortaleza que otorga a los sindicatos y
por la centralidad de la negociación colectiva. Asimismo, las características
de los partidos políticos también están influenciadas por las ideologías,
y su relación con las relaciones industriales determina el tipo
de políticas entorno a las desigualdades, y en las esferas de producción
y distribución.
Finalmente debemos describir los factores estructurales tecnológicos,
legales y demográficos. Los primeros determinan altamente las relaciones
industriales pero no contribuyen demasiado a distinguir naciones
con el mismo nivel de desarrollo, por lo que son altamente homogeneizadores
de los modelos. Pero a nivel legal sí que es un elemento de diversidad
el hecho de que existan constitución escrita, ya que está hará predominar
el legalismo al voluntarismo, e influirán en el peso y función de
las organizaciones de trabajo y capital y en los partidos políticos.
Por último la estructura demográfica determina el tipo de relaciones
industriales, desde el envejecimiento de la población, al peso de
la mujer o la distribución étnica sobre la segmentación del empleo.
2.2. Condiciones Intermedias. En un segundo nivel explicativo
de la diversidad nacional, encontramos las fuerzas intermedias compuestas
por las influencias cognoscitivas y actitudinales y las influencias
tecnológicas y estructurales. Las primeras se subdividen en: las
estrategias de las direcciones de las empresas, que abarcan desde
la demanda e cualificación, a la planificación de la producción;
las orientaciones de los trabajadores y sus representantes según
su oposición o convergencia con la acción de la empresa; y el tipo
de relación entre el trabajador individual y su organización sindical.
Por otro lado las influencias tecnológicas abarcan desde los tipos
de tecnología utilizada (manual-mecánica), las dimensiones de la
estructura organizativa, la dimensión organizativa y la democracia
sindical. Otro nivel de las condiciones intermedias se compone del
marco institucional en el que se dan las relaciones industriales,
y de él hay que destacar dos tipos aquellos que se dan un marco
de prevalencia de la negociación colectiva, y los que no, siendo
el primero de ellos el más estudiado y quizás el más frecuente,
y el segundo analizable en función del grado de centralización de
la toma de decisiones entre los diferentes actores y en las esferas
de la producción y distribución.
2.3. Condiciones Próximas y consideraciones complementarias.
En este nivel inmediato a las elecciones estratégicas y a la
configuración final de los modelos de relaciones industriales, encontramos
la relación entre los recursos de poder y los procesos de interacción
o acomodación. Así el ejercicio de poder es diferente según existan
condiciones integradoras o disyuntivas que generarán resultados
armoniosos o conflictivos respectivamente. Sin embargo estas posibilidades
teóricas se ven en la experiencia acomodadas en mecanismos de canalización
del conflicto, de entre los cuales los más frecuentes son la negociación,
la conciliación...
Finalmente cabe tener en cuenta que el conjunto de decisiones finales
dan lugar a unos resultados que se acumulan en el tiempo y se transmiten
a través de instituciones y a través de la sedimentación de procesos
claves en periodos importantes, como los de transición. A diferencia
de otros autores (Kerr, Form) Poole se decanta claramente por la
opción de que esta multiplicidad de factores han de redundar en
un aumento de la diversidad de modelos de relaciones industriales.
La multiplicidad de factores analizados hasta el momento nos servirán
para establecer una marco de análisis de un elemento sustancial
a la hora de comparar modelos de relaciones industriales: la democracia
industrial. Por último, y antes de entrar en su detallación, adjunto
dos cuadros que hacen más entendedor lo expuesto hasta el momento.
El primero consiste en detallar algunas prioridades que Poole otorga
a los factores de divergencia en su efecto en procesos concretos
de relaciones industriales. El segundo intenta agregar las explicaciones
de las diferentes subdivisiones que el autor realiza para detallar
los elemento de diversificación de los modelos de relaciones industriales.
3. Introducción a la noción de democracia industrial.
Uno de los temas clave para Poole en cuanto a relaciones industriales
es la democracia industrial, así como el conflicto o la distribución
de recompensas económicas (POOLE, 1993). El interés por las formas
de democracia industrial proviene de la comprensión de que las formas
industrializadas de organización de trabajo suponen la perdida de
control del individuo sobre su trabajo y la ausencia de participación
en la toma de decisiones tanto en el ámbito social como en el de
las relaciones industriales, situación que se ve a menudo agravada
por el desarrollo tecnológico. "Sin embargo, la determinación de
cambiar esta situación impulsó en todo el mundo la búsqueda de los
medios adecuados para crear una democracia industrial" (POOLE, 1995,
p-14.). Esta dimensión liga con los conceptos de diversidad nacional
desarrollados anteriormente, porqué a partir de su conocimiento
podemos desarrollar un marco teórico que permita comparar la incidencia
de los factores de diversidad nacional y construir modelos de democracia
industrial. Asimismo el concepto de democracia industrial va ligado
al valor general (que no universal) de que el control democrático
puede ser el método para maximizar la libertad del individuo en
el trabajo (contra la alienación) así, la democracia industrial
esta "diseñada para conciliar los intereses en la esfera de la producción"
(POOLE,1993,p-199.). De nuevo los factores culturales e ideológicos
y su interacción con las políticas públicas y económicas, así como
la estructura institucional de las relaciones industriales pueden
dar lugar a diferentes predominancias en cuanto a los modelos de
democracia industrial.
El papel de la participación del individuo ha tenido dos aportaciones
fundamentales: por un lado Schumpeter y los teóricos modernos optaban
por entender que el gobierno responsable supone la esencia de la
democracia, mientras que Bottomore aportó la idea de que la participación
del pueblo en el gobierno era lo que debía definir a la democracia
moderna. Así a través de aportaciones posteriores la participación
se ha constituido en pilar de la democracia social y la democracia
industrial, entendiéndola como método de solución de algunos de
los problemas asociados al aumento de la complejidad de las relaciones
sociales e industriales.
4. Dimensiones de análisis de la democracia industrial.
4.1. Racionalidad de los actores. Uno de los aspectos comentados
en el estudio de los componentes de los modelos de relaciones industriales
es el hecho de que las estrategias de los actores pueden ser explicadas
por la orientación de la racionalidad ya sea con arreglo a valores
o instrumental. A su vez estas orientaciones globales determinan
las posibles formas de democracia industrial. De esta manera podemos
distinguir a los tres actores fundamentales en las relaciones industriales:
a) Patronos y empresarios: cuya racionalidad instrumental está orientada
a maximizar la productividad, la rentabilidad y la eficiencia a
la vez que aumentar la satisfacción de los empleados. En ese caso
la preferencia global se manifestaría en formas consultivas y programas
de participación a nivel de planta (en el lugar físico de trabajo).
Por otro lado su racionalidad con arreglo a valores les orientaría
en la búsqueda de armonía y cohesión organizativa haciendo que la
tendencia global de este actor se manifestara en la intención de
participar en los beneficios y corresponsabilidad en el riesgo de
la actividad productiva.
b) Trabajo y sindicatos: cuando la racionalidad instrumental se
define por el objetivo de controlar en el lugar de trabajo, de regular
el puesto de trabajo y aumentar el nivel salarial y las condiciones
de empleo, la preferencia que determinará las estrategias en la
elaboración del modelo de democracia industrial, se manifestará
en el control sindical y el peso de la negociación colectiva. Desde
la racionalidad con arreglo a valores la idea que la guía es el
interés por reestructurar el poder social a través de traspasar
el control a los trabajadores y familias, lo que redundaría en una
preferencia global por el control sindical, la autogestión o la
cooperativas de productores.
c) Estado y gobierno: En caso de que la racionalidad instrumental
se definiera por el interés de control del conflicto social, la
preferencia consistiría en la elaboración de normas legislativas
que reforzaran las propuestas eficientes en este sentido. Así, si
la racionalidad con arreglo a valores supusiera la búsqueda de la
integración social a través de la modificación de las relaciones
industriales, de nuevo el uso de instrumentos legislativos definiría
las preferencias globales de este actor.
Sin embargo las preferencias teóricas de los actores así definidas,
ven determinadas sus manifestaciones reales por otros elementos
que cabe desarrollar seguidamente.
4.2. Formas institucionales y distribución de poder. La distribución
del poder en la sociedad así como en la esfera de relaciones industriales
es uno de los factores que determinará la concreción de las estrategia
racionales de los actores. Si partimos de la definición de democracia
industrial según la cual esta dimensión "abarca los acuerdos institucionales
que facilitan o refuerzan la influencia de los trabajadores y /o
sus representantes sobre los procesos de toma de decisiones en los
lugares donde desempeñan su trabajo" (POOLE, 1993,p-204.), y siguiendo
la categorización del mismo autor, podemos distinguir seis tipos
de acuerdos institucionales y de democracia industrial:
1. Autogestión de los trabajadores: el ejemplo más característico
es Yugoslavia (la obra data originalmente de 1986, por lo que los
cambios en estos últimos trece años pueden hacernos suponer que
este ejemplo ya no sea pertinente). Se basa en la existencia de
economías socialistas descentralizadas donde el trabajo posee un
alto grado de participación en los órganos de decisión, entre los
que se incluyen las asambleas, comités de empresa y comités de dirección.
2. Cooperativas de productores: el caso de análisis que elige el
autor es Mondragón (País Vasco). Allí existe un atomización de la
propiedad y es frecuente la posesión por parte de los trabajadores
de acciones y su participación en la decisión empresarial y de distribución
de los beneficios.
3. Co-determinación: Caso de Italia, Noruega o Suecia entre otros
modelos de relaciones industriales, entre los que el autor destaca
Alemania Occidental (de nuevo hay que tener en cuenta la fecha de
elaboración de la obra). En este tipo de democracia industrial los
representantes de los trabajadores tienen derecho a la participación
en la toma de decisiones de la dirección empresarial, siendo característico
de este modelo la existencia de economías basadas en la empresa
privada. La estructura se basa en la existencia de juntas únicas
de doble nivel que supervisan y tienen derecho a voto con representación
proporcional de las instituciones de representación de los trabajadores.
4. Comités de empresa: Finlandia, Países Bajos o España comparten
este modelo general de democracia industrial basado en la existencia
de más de una economía política, y el debate regular de los asuntos
empresariales. Los representantes de los trabajadores son electos
siendo variable el grado de legalismo o voluntarismo (quizás en
España domine el legalismo), y el nivel de representación de los
órganos solo por trabajadores o mixtos.
5. Acción sindical: Los modelos basados en esta institucionalización
difieren entre sí según predomine la negociación colectiva o la
acción integradora de la diferencia de intereses. En el primer caso
se destacaría EEUU, con una sociedad pluralista en la que se reconoce
el conflicto y se canaliza vía negociación entre sindicatos y empresa.
En el segundo destacaría la antigua URSS, en la que dominaba el
socialismo de estado o el corporativismo, los sindicatos tendrían
poder de determinación en armonía de intereses con el estado.
6. Programas en establecimientos: En este modelo la acción democrática
parte del interés del trabajadores en participar de las formas de
organización del trabajo, generando nuevos modelos de organización.
Sería el caso propio de Países escandinavos.
Se entiende concretamente que la participación es una manifestación
de poder, y más aun, como efecto de complejos procesos de organización
y distribución del poder asociados a valores fundamentales e históricamente
construidos en sociedades concretas. Pero el concepto de poder ha
sido interpretado de forma diferente por diversas perspectivas sociológicas,
más allá de las distinciones clásicas que Weber realiza sobre poder,
autoridad, y dominación. Por un lado se distingue el poder como
agente positivo, es decir, como flujo que circula en las relaciones
sociales y que puede conllevar consecuencias positivas a nivel social
y económico, como pueden ser el aumento de la coordinación del trabajo
o la maximización la potencialidad evolutiva de las sociedades.
Esta teoría denominada de suma positiva, se encuadra dentro de las
perspectivas funcional-estructuralistas (Parsons). Por otro lado
autores como Mills, construyendo la teoría de suma negativa, argumentan
que el poder puede desarrollar la potencialidad organizativa que
maximice la productividad industrial, pero la distribución del poder
responde a un juego de suma negativa (o suma cero) en el que el
beneficio de un grupo pasa por la pérdida de otro. Consecuentemente
los grupos dominantes y los dominados entran necesariamente en conflicto,
siendo los último la mayoría que carece de control sobre su propio
futuro.
Como hemos visto en la categorización de acuerdos institucionales
elaborada por Poole (1993), el poder de los trabajadores sobre los
procesos de toma de decisiones se manifiestan en las organizaciones
e instituciones sociales de formas diferentes. Esta categorización
implica el análisis del poder en sus manifestaciones que incluyen
"los modelos formales de control en el seno de las organizaciones,
y el alcance y la gama de cuestiones sobre las que cada parte ejercía
alguna influencia" (POOLE,1995,p-31.). Así el estudio de los modelos
formales de control en el seno de las organizaciones ha dado lugar
a la división en siete niveles generales, que podemos asociar fácilmente
con la categorización anterior:
1. Individuos en el puesto de trabajo y 2. Grupo o equipo de trabajo:
en el primer caso el factor más importante es el grado de cualificación
del empleado, ya que a más cualificación mayor libertad de organización
individual, pero en el segundo caso el poder de decisión del grupo
se ve determinado por aquellas cuestiones que la dirección ha asumido
unilateralmente, y que pueden ir desde el tipo de contratación a
la duración de la jornada laboral.
3. Sección o departamento: en este nivel de toma de decisiones se
han detectado reticencias en la admisión del trabajador como coparticipante.
Es el nivel que nos liga con los modelos superiores y más frecuentes.
4. Fábrica o unidad de producción; 5. Empresa; 6. Industria y 7.
Economía: En su análisis hay que distinguir entre gobierno y gestión
industrial en tanto que decisión de objetivos y fines a diferencia
de instrumentos para su consecución. Otra distinción analítica necesaria
es la que realiza Schuchman entre cooperación o codecisión de los
trabajadores en el proceso de toma de decisiones. En el primer tipo
el trabajador no es responsable pero influye en la toma de decisiones,
y en el segundo la autoridad y el control son reales. Sin embargo
a pesar de la utilidad definitoria de estas distinciones hay que
hacer mención a las aportaciones críticas según las cuales hay que
tener en cuenta que muchos mecanismos de control no suponen un poder
de decisión real, como es el caso en que la supervisión solo conlleva
pseudoparticipación ya que la decisión real sigue recayendo en el
supervisor con posición jerárquica superior. Estas consideraciones
nos aportan la posibilidad de determinar el nivel efectivo de participación
o el papel central o marginal de trabajador en la toma de decisiones,
más allá de que modelos de gestión cooperativos puedan dar lugar
a formas más armoniosas de conducción del conflicto.
4.3. Cultura e Ideología. Por otro lado la racionalidad de
los actores y los procesos de institucionalización social, parten
del refuerzo de los valores culturales y de la configuración de
determinadas ideologías. En este punto hay que hacer mención de
la aportación de los teóricos del poder latente que analizan las
fuentes del poder social y en relaciones industriales (POOLE, 1995).
Así el convencimiento inicial es que ningún grupo puede ejercer
manifiestamente el poder sin previamente haber desarrollado su fuente.
Dichos orígenes parten de la esfera de los valores. Los valores
culturales que fomentan el ideal de organización social hacia la
cooperación y el bien común son aquellos que consideran positiva
la naturaleza humana así como la existencia de relaciones de confianza,
se busca la innovación con vistas a un futuro se planifica estratégicamente,
lo que incluye a las relaciones industriales, y se busca la minimización
de las jerarquías. Sin embargo se ha argumentado la existencia de
una división norte-sur entre los valores culturales dominantes,
pero el hecho es que estos son comunes a las tendencias de democratización
de las relaciones industriales y sociales.
Por otro lado las ideologías diferencian en estructura y concepción
institucional los tipos específicos de democracia industrial, ya
que su influencia se halla fundamentalmente en los tipos de mecanismos
que se construyen para la participación. Así como ejemplo, podemos
citar que en sociedades donde domina el corporativismo el estado
es el agente iniciador de la institucionalización del conflicto
ya que busca la integración de intereses ( como hemos visto en el
apartado de configuración de estrategias básicas). Estas características
se manifiestan finalmente en la adopción de la institucionalización
de los acuerdos de planificación, la integración de los sindicatos
en la empresa y en la sociedad. En este punto la cristalización
de los componentes culturales e ideológicos son las políticas públicas
que se concretan en disposiciones legales definidas en función de
los acuerdos sobre democracia industrial, siendo Yugoslavia, Italia,
Noruega, Suecia o Dinamarca, países en los que los acuerdos institucionales,
y por tanto las disposiciones legales más fomentan el desarrollo
de la democracia industrial. De nuevo Poole nos acerca a una tipología
general de los acuerdos institucionales: 1. modelo de perfil bajo,
como en Gran Bretaña o Bélgica, donde los actores no tienen regulado
su papel en los acuerdos; 2. Modelo jerárquico de un pico: caso
de Francia, Noruega o Suecia, donde la toma de decisiones se concentra
en la dirección de alto nivel; 3. Modelo jerárquico de dos picos:
en los que la decisión es compartida en la dirección y a través
de órganos representativos (caso de Italia o Israel); y , por último,
4. Modelo representativo de múltiples picos, que se manifestaba
en Yugoslavia.
Pero cabe insistir que los acuerdos institucionales son fruto de
las motivaciones e implicaciones subjetivas de los actores, analizables
únicamente en la esfera de los valores.
4.4. Estructuras, instituciones y poder los actores. Este
nivel que en le modelo teórico de explicación de las diferencias
nacionales, se sitúa en un lugar intermedio, también lo es aquí,
ya que no explica la diversidad pero sí la caracteriza. A modo de
ejemplo el peso de la negociación colectiva afecta los tipos de
mecanismos de participación, así, en el caso de Alemania Occidental
donde la negociación colectiva está centralizada y los sindicatos
son industriales y vinculados a los programas e ideologías de los
partidos políticos, existe una predominancia de los acuerdos globales
en menoscabo de los acuerdos a nivel de planta. De esta manera la
innovación institucional viene siendo una tendencia a largo plazo,
pero se presentan diferencias a partir del origen del mecanismo
de innovación, pudiendo ser este informal, vía convenio colectivo
o por procedimiento legislativo.
Sin embargo lo importante en la configuración de las instituciones
de democracia industrial es el factor del poder de los actores que
determinará el tipo de institución dominante en un modelo. La distribución
de poder es lo que determina las prácticas reales, por lo que el
papel del estado como eje central de la distribución de poder es
característico de sociedades de socialistas no plurales (URSS) y
sociedades de corporativistas (Alemania y Japón). Son modelos en
los que prima el legalismo al voluntarismo, y se diferencian fundamentalmente
de modelos en los que es estado ha sido limitado en sus funciones
y la mayoría de las iniciativas de institucionalizar la democracia
industrial parten de el empresariado sensibilizado con las relaciones
industriales y en concreto con los recursos humanos. Este es el
caso de EEUU. Otra de las propiedades explicativas de la distribución
de poder es el hecho de que interviene en gran medida en la configuración
de la diversidad nacional si la analizamos desde una perspectiva
longitudinal. Por ello, en momentos de lato nivel de conflicto,
(político o laboral), se habla de que las respuestas de cada modelo
o nación responden "no solo distintas opciones estratégicas, sino,
sobre todo, patrones de poder diferentes e interacción entre partidos
políticos dominantes, el Estado, el trabajo organizado y los empresarios
"(POOLE, 1993,p-223). Por otro lado el hecho de que la distribución
de poder social sea una de las grandes dimensiones del conflicto
social general y por tanto sus cambios de amplia afectación, hace
que el efecto en la democracia industrial se cíclico, y responda
a "crestas en la ola del conflicto industrial". Por ello tras la
Segunda Guerra Mundial se desarrolla fuertemente la idea e implicaciones
de la democracia industrial. Dicho entusiasmo decreció durante los
60 (en España deberíamos hablar de otra periorización) y volvió
a crecer a raíz de las crisis económicas de los 70. Los periodos
de decaimiento del interés por el desarrollo de la democracia industrial,
como es el caso de los años 80, se caracterizan por ser periodos
de fuerte desempleo y reestructuración del poder de los trabajadores
a la baja. Al contrario, cuando estos momentos se superan y existen
gran interés por el desarrollo de la democracia industrial, se refuerzan
o se crean mecanismos de control y participación a nivel de fábrica,
o el papel de los representantes de los trabajadores en el ordenamiento
social general.
5. Conclusiones y reflexión final.
La tesis fundamental de Poole es que las relaciones industriales
vienen determinadas y han de ser explicadas por la misma cantidad
y complejidad de factores por los que se explica la diversidad de
formas de relaciones sociales generales. La cultura y la ideología,
las instituciones y las estructuras, y las políticas públicas y
legales, son por este orden de importancia, y de poder explicativo
los elementos claves para la comprensión de la multiplicidad de
modelos de relaciones industriales. A través de su análisis e incluyendo
el peso fundamental de las formas de participación en el trabajo
ligadas al ejercicio y fuente del poder, nos hemos intentado acercar
a las nociones teóricas claves entorno a la diversidad de modelos
de relaciones industriales y la dimensión de la democracia industrial.
Por otro lado la participación de los trabajadores en la industria
es el contenido de lo que debemos entender por democracia industrial,
ya que este es el instrumento que le permitirá controlar su papel
en el proceso de producción y en el de distribución, tanto a nivel
social como a nivel de relaciones industriales. Sin embargo, las
formas y contenidos en que se manifiesta el concepto de participación,
deben ser explicadas por los valores culturales e ideológicos y
sobre todo por la organización social del poder. Pero la idea clave
es que los valores necesarios para que se den formas de democracia
industrial no son en sí más que la reproducción e institucionalización
histórica de sus prácticas, es decir, "muchos de ellos emanaron
de ideologías más complejas o de acciones políticas, mientras que
otros surgieron de la propia práctica de la participación y del
incremento en sí del poder de los trabajadores" (POOLE, 1995,p-218.).
De este modo a mi entender, los factores que determinan la diversidad
de modelos de relaciones industriales y en ellas los modos de democracia
industrial, deben ser entendidos de forma crucial en sus procesos
de institucionalización. El peso de las estructuras y las instituciones,
puede ser analíticamente intermedio e incluso próximo, pero es el
marco en que cultura, ideología y poder, se cristalizan y reproducen,
por lo tanto son el nivel de análisis que mayor capacidad explicativa
puede tener para la comprensión de las relaciones industriales y
cualquiera de sus dimensiones parciales.
6. Bibliografía.
POOLE,M.J.F. (1986). Relaciones industriales, Modelos y orígenes
de la diversidad nacional. Madrid. 1993.
MTSS. POOLE,M.J.F. (1986). Hacia una nueva democracia industrial.
La participación de los trabajadores en la industria. Madrid. 1995.
MTSS.
Montserrat Martínez |
|